Varios, varios meses entes...
Estaba destrozada, o eso creía. Sinceramente ya no me acordaba muy bien, pero tras los tres o cuatro cubatas a los que mi persona no estaba costumbrada, aún recordaba sus palabras.
"Si, lo hice, pero es tu culpa" "Eres una estrecha, no es justo para mí"
Realmente lo era? Nunca me había considerado así. Puede ser que si que tuviera un pequeño tabú respecto a las relaciones, que a mis 19 y casi 20 años sólo lo hubiera hecho una vez y no por propia voluntad, pero... Ay, no quería pensar en eso. En todo caso, él lo debería haber entendido mejor. Yo confié ciegamente en lo que teníamos, jamás imaginé que pudiera ser capaz de reprocharme mis inseguridades de aquella manera.
Sin embargo, ya no quería estar triste y mucho menos por eso. Sabía que esto era obra del alcohol, pero se sentía terriblemente bien. Así que sólo me abandoné a este sentimiento y seguí vagando un poco más por las calles de Wolverhampton, hasta que un gran cartel luminoso apareció delante de mi como por arte de magia.
"Oceana" - rezaba, con grandes letras neón de un azul eléctrico, que no hacían más que gritarme que ése tenía que ser mi lugar esta noche.
A medida que me iba acercando, mis esperanzas de convertir esta noche en la mejor de mi vida crecían. Había un fornido hombre en la puerta, y eso me rebajó el ánimo un poco. Sabía que no tenía buen aspecto, y eso solía ser esencial para entrar a una. Por lo que me habían contado. Así que entré a la primera cafetería a mi alcance y fui directa a los baños. Por suerte, había traído mi pequeño estuche dorado con los mejores (y más pequeños) productos de belleza que tenía.
Me miré al espejo. Pelo alborotado, rímel algo corrido, el vestido que fuera para una ocasión especial acabada en desastre demasiado subido. No, definitivamente jamás me dejaría entrar así.
Tenía que actuar. Miré dentro, e hice mi magia con la base. Me apliqué algo de rímel, tratando de no excederme, y me pinté una línea siguiendo la del párpado que agrandaron mis ojos y me dieron un ligero toque felino. Me gustaba. Nunca me había puesto algo así. Abrí mi pequeño clutch negro y miré sus bolsillos. En una caja dorada, pequeña y aún empaquetada en la que se leía "Dior", estaba el regalo de aquel que me hiciera estar así. Rasgué el envoltorio sin pensarlo, abrí la caja y saqué el pintalabios.
Era de un rojo intenso, llamativo, perfecto para la ocasión. Tan bonito era que hasta pensé en sacarle una foto. Pero no era plan. Así que desplegué la pequeña barrita y, con cuidado, empecé a esparcirlo sobre mis labios. Había que reconocer que me quedaba bastante bien. Junté los labios varias veces para asegurarme de que estuviese bien y, Voila! Estaba lista.
Saqué un peine desplegable que también tenía por ahí y cepillé cuidadosamente mi cabello. Al quedar tan liso como me gusta gracias a la crema hidratante de esta mañana, lo dejé suelto.
Admiré mi imagen en el espejo. Quizás fuera por la borrachera, pero me veía genial. Me acomodé el vestido, que era casi perfecto para la ocasión. Negro y corto, sin llegar a lo obsceno, se ajustaba a mi cuerpo como un guante, además de marcar mis curvas con la típica silueta dibujada sutilmente en él.
Salí del baño, finalmente. Calculé haber estado ahí unos veinte minutos y esta vez, todos se me quedaron mirando. Tenía claro que era sobretodo por el cambio radical que había dado, pero me sentí bien.
Crucé la calle para encontrarme con una enorme cola para entrar. Al parecer, hoy estaba muy concurrido, o era un sitio famoso, quién sabe. Y con valentía sacada de la nada, me acerqué a un segurata y le pedí paso. Él se rió de mí, pero tras suplicarle un poco me lo concedió, tras mirarme de cuerpo entero un par de veces. Fue fácil. Al entrar, me golpeó la música, que estaba mucho más alta de lo que esperaba. Aún así, oía los gritos y abucheos al segurata por dejarme paso. Me dió igual.
Avancé por un pasillo con luces neon cambiantes, como todo el edificio, hasta llegar a una imensa pista de baile con cientos de cuerpos diviertiéndose y frotándose. Me gustaba el ambiente. Sin embargo, decidí atravesarla toda para llegar a unas escaleras, al final de las cuales se encontraba el bar. Desde esa especie de balcón, se podía divisar toda la pista.
Me senté en un sofá libre a esperara a que me atendieran.
No tenía muy claro qué quería hacer allí, pero quizás un poco más de alcohol me ayudara a decidirlo. Se acercó una chica de más o menos unos veintipico años a pregunatarme qué iba a tomar. Decidí ser simple y pedir sólo otro cubata. Ella me miró durante un par de segundos y se fue traérmelo.
Volvió al poco tiempo con mi deseada bebida en sus manos y la dejó en mi mesa. La tomé a pequeños sorbitos, mientras admiraba la escena. Había un par de chicos que no estaban mal. Me sorprendió pensar eso, sabiendo lo sucedido, pero a la vez me encantó. Así que terminé de un golpe mi cubata, pagué, y bajé las escaleras con decisión y cuidado, mucho cuidado de no caerme.
ESTÁS LEYENDO
Changes [One Direction] [Fanfic en Español]
Fanfiction"Y de ahogarme con tu amor, de consumirme en tu fuego, aprendí que siempre hay una hermosa forma de morir" No me gustaba la poesía, hasta que lo conocí a él. De hecho, no me gustaban muchas cosas hasta conocerlo a él. Fue él quien expandió mi mundo...