Capítulo 7

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Quería estar sola. El hablar con él me había metido en la cabeza que quizás debería reflexionar sobre lo ocurrido y lo que aquello podía significar. Y para hacerlo, necesitaba soledad. Liam pareció comprenderlo sin que yo tuviera que decir nada, así que con la excusa de saber que no tenía ropa, se ofreció a ir a comprarme un pijama, unos vaqueros y una sudadera a la tienda más cercana para que por lo menos pudiera salir a la calle.

Le apunté mis tallas en un papel que él se guardó en el bolsillo posterior de su pantalón, y lo vi salir de casa.

Seguía con su ropa puesta, que a su vez seguía teniendo ese olor a colonia masculina y a.. No lo sé, a él. Era consciente de lo ridícula que estaba con ella y por eso agradecí de todas maneras que se ofreciera a ir a por ropa para mí. Era muy considerado por su parte, sobretodo teniendo en cuenta que apenas me conocía. Quizás era una ladrona y le podría robar la maravillosa televisión de plasma del salón.

Aunque la verdad era que nuestra relación era muy poco convencional. Yo tampoco me había planteado la idea de que no fuera quien decía ser. Y a pesar de las ínfimas posibilidades de sacar una amistad de una discoteca y más de seis chupitos, parece que lo había hecho, así que no me preocupé por ello. Era casi como si no fuera nada extraño que yo fuera a dormir en su casa. Ni siquiera había tenido que pedirlo, él ya lo daba como obvio.

Y es que Liam era muy correcto, cosa que tengo que admitir que me gustaba. No era un problema más para mi colección, si no algo así como la calma en toda la tempestad.

Pero no había echado casi a patadas a mi "calma" de su propio piso para pensar sobre él, así que decidí sentarme en la cama y tratar de concentrarme en lo realmente importante: ¿Qué iba a hacer con aquel... Sujeto que me había agredido? A pesar de todo, no tenía muy claro si en verdad había dejado de amarlo o no después del mal trago. Ejercía una pésima influencia sobre mi, me hacía casi dependiente de él y era muy consciente de ello. Por esa razón aún no tenía claro si de verdad quería alejarme de él.

Caí en la cuenta de que no había encendido mi móvil en todo el día, así que revolví un poco la habitación en busca de mi clutch. Lo encontré debajo del escritorio, que estaba repleto de apuntes desparramados. Parece ser que Liam también cursaba en la facultad, aunque nunca lo había visto. Tampoco puede decirse que conocía a todos de ahí, es más, apenas tenía un par de amigos. Me entró la curiosidad, pero él había sido tan bueno conmigo que no quise traicionar su confianza y rebuscar en sus cosas. Apunté mentalmente preguntarle dónde estudiaba y finalmente me llevé mi pequeño bolso a la cama.

Lo abrí y rebusqué un poco dentro. En poco tiempo encontré mi IPhone. Tengo que renovarlo. Es un 4s y está bastante usado, además de que me fascinan los nuevos que han salido. Lo que no me fascina tanto es el precio, que ronda los 700... Y eso que los miré en una tienda de segunda mano.

Tras un par de intentos, lo encendí. Una de las cosas que menos funcionaba en mi móvil era el botón de encender, que no es crucial si está en funcionamiento porque se puede deshibernar con el botón del medio, pero si lo enciendes desde cero...

En cuanto cargó completamente, metí mi pin y empezaron a llegar mensajes y más mensajes, uno tras otro. Catorce llamadas perdidas, y la última era hace dos horas.

Cuchi ❤ [23:10]: Hey, Chloe, sé que estás ahí.

Cuchi ❤ [23:12]:  Lo siento, lo siento, de verdad que lo siento.

Cuchi ❤ [23:12]:  Sé lo que debes estar pensando de mi, pero te necesito en casa ya.

Ésos fueron sólo sus tres primeros primeros mensajes, que me dieron una impresión de arrepentimiento. Iba por el buen camino. Casi. Los siguientes eran de un par de horas después.

Cuchi ❤ [0:48]: Te imagino abierta de piernas, en la cama.

Cuchi ❤ [0:50]: Provocándome como sólo tu sabes hacerlo.

Cuchi ❤ [0:54]: Me imagino saborearte ahora mismo.

Cuchi ❤ [0:57]: Estás tan buena, joder, que te follaría aquí y ahora, en los baños.

Habia tardado prácticamente diez minutos en escribir cuatro mensajes, lo que me dió una pista del estado en que se encontraba al enviarlos. Tiene la extraña manía de detenerse a escribir bien cuando está borracho, porque piensa que así nadie se da cuenta. Funciona con mucha gente, pero conmigo no. No eran los únicos mensajes de ése tipo que me había enviado. Nuestra conversación de Whatsapp contenía más de quince de ese tipo que había tardado más de media hora en redactar. Parece ser que no fui la única que recurrió al alcohol. Pero una vez pasado de largo los guarros, venía el punto fuerte.

Cuchi ❤ [14:03]: Eres una puta borde de mierda joder.

Cuchi ❤ [14:03]: No cuesta tanto responder una llamada, un mensaje.

Cuchi ❤ [14:04]: Por mí puedes irte un poco a la mierda ya.

Cuchi ❤ [18:39]: Sigues sin responder, ¿No?

Cuchi ❤ [18:41]: Disfruta de ignorarme estés donde estés, me la suda tío, en serio, exagerada de los cojones, das asco.

Cuchi ❤ [18:41]: Como si fuera para tanto.

Ésas últimas palabras fueron las que me llegaron al corazón. Y aún siendo consciente del sonido de la llave entrando en la cerradura y girándose para dejar pasar a un cargado Liam al apartamento, no pude más que apretar mi móvil, enfadarme y ponerme una almohada sobre la cabeza como si ella tuviera la culpa. Luego, consiguiendo el récord de bipolaridad en segundos, pasé de la rabia extrema a la tristeza y me puse a llorar.

-¿Chloe? ¿Eres tú? ¿Qué ha pasado? - lo escuché dejar las bolsas caer en el recibidor, cerrar la puerta y venir a paso apresurado hacia la habitación. Era consciente de lo ridículo que parece ponerse a llorar por unos estúpidos mensajes, pero su viaje del arrepentimiento a la falsa lujuria del borracho, y luego al desprecio me llevó al bonito destino de unas lágrimas que no podía contener.

Liam se sentó a mi lado. Me lo imaginé mirando mi móvil y a mi, respectivamente, con sus ojos marrones en una mezcla de confusión y preocupación. Luego, me quitó la almohada de la cabeza y se recostó a mi lado.

-Eh, déjalo estar. No merece que estés así. En menos de 24 horas has llorado dos veces por él, y no tiene derecho ni a media. Vaya por dios, has traído más drama a mi vida que cuando empecé a leer Shakespeare - la gracia era tan mala que me sacó una sonrisa. Me limité a darle el móvil -.

-eatpotatoes.

-¿Qué?

-Eatpotatoes. Es mi contraseña.

Rió, pero al marcarla y empezar a leer lo que yo había visto hace tan sólo unos minutos, su cara se ensombreció y pude apreciar de nuevo la rabia y la indignación en sus ojllos chocolateados.

Changes [One Direction] [Fanfic en Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora