Risas y burlas (Editado)

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25 días después...

Tania

Tras mudarme a la que seria, mi nueva habitación en la residencia Worthon, todo fue a peor.

Después de estar varios días allí uno se empieza a fijar en la gente que le rodea y no fue muy difícil darse cuenta de que los estudiantes se dividían en grupos. En primer lugar todos eran un poco impertinentes, especialmente un grupo de chicos y chicas. Que se identificaban con la arrogancia y el chiste, a base de reírse de los que no iban con ellos.

Mientras comía en la cafetería, observé a dicho grupo, que siempre se sentaba en el fondo de la cafetería y en la misma mesa.

El grupo constaba de al menos 10 personas o más, variaba según el día. Pero los asientos de esa mesa nunca tenían nombre, menos los que eran "los líderes".

- ¿Qué miras? – Dijo con tono burlón, un tipo que según lo que había oído se llamaba "Derek".

Era el chulito de turno al que todos respetaban; hacía poco un chico se le había revelado, y si no fuera por uno de sus amigos, hubiera sido capaz de partirle la cara.

No podía negar que era atractivo. Era alto y moreno, su cabello siempre estaba peinado perfectamente o al menos eso parecía. Tenía los ojos marrones; supuse, no había estado tan cerca de él como para comprobarlo.

A su derecha se encontraba otro chico, un poco más bajo, llamado "Roger", este se echó a reír al oír el comentario de su amigo.

Roger era moreno y tenía el pelo rizado. No era tan atractivo como Derek, pero al fin y al cabo ambos eran de buen ver. Otra cosa que tenían en común era su arrogancia e ironía compartida.

- Si quieres hacemos una foto. ¡O mejor un póster! Así te durará más - Comentó una joven de pelo rizado, sonriendo con falsedad, para más tarde unirse al resto de la mesa que reían sin parar.

- Tienes razón Vicky, yo salgo fabuloso sin camiseta – Le guiñó un ojo a su amiga y se volvió para mirarme - Qué pena que no lo llegues a comprobar, pequeña... – Dijo Derek, con una mirada penetrante, que me hizo estallar.

Derek se giró de nuevo hacia sus amigos, y mientras un chico de cabello oscuro le susurraba algo, me levanté. Al ver que empezaba a reír de nuevo, me dirigí hacia él.

- ¿Perdona? – Le chillé. Varios curiosos se giraron para observar la escena – Quizás sea más pequeña que tú... - Le dije acusándole con mi dedo índice - ¡...pero al menos no mentalmente!

Al oírlo, se levantó de inmediato y se me acercó, más de lo que esperaba. Me sacaba una cabeza, gracias a su perfecto flequillo, y eso me intimidaba bastante.

Mi respiración se aceleró.

- Que sea la última vez – Noté como su aliento acariciaba mis pestañas a la vez que hablaba – Que me llamas imbécil, por qué no me conoces.

Se dio media vuelta dejándome pasmada en medio de la cafetería.

Se sentó de nuevo en su sitio y le chocó la mano a su compañero de la izquierda.

Decidí olvidarlo y sentarme de nuevo en mi mesa, solitaria. No había tenido tiempo de hacer amigos y me sentía mucho más sola de lo que me sentía en casa.

De nuevo las irritantes risas de fondo.

Suspiré.

No necesitaba que se rieran de mí, ya tenía bastante con mis propias Tormentas.

Terminé de comer, sin dejar de pensar ni un segundo en el recuerdo de mi pare. Aún seguía presente, pero no podía evitar sentir que por cada día que pasaba su recuerdo iba perdiendo color.

☁DETRÁS DE LA TORMENTA☁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora