☁DETRÁS DE LA TORMENTA☁

Viaje de ida (Editado)

Tania

Me despertó un terrible ruido. Me levanté, y, tambaleándome, me dirigí a la puerta. Salí al pasillo. ¿Oía bien?

¿Parecían risas? Risas no, eran carcajadas. Alguien en ese instante debía haber contado un chiste muy bueno para que se rieran de esa manera. Bajé las escaleras y en el suelo encontré a mi padre riendo a carcajadas y a mi madre apoyada en el sofá. Reían casi al unísono. Sin saber por qué, me empecé a reír, yo también.

- ¿Se puede saber de qué narices os reis? – Dije conteniendo la risa, aquella situación les hacía mucha gracia al parecer.

- Veras... - Se dispuso a decir mi madre que por un momento se puso seria - Ha llegado la carta de la Universidad – continuó diciendo.

- Mamá, me estas asustando... - por la expresión de mi madre no parecía que las cosas hubieran salido muy bien.

De repente mi padre se echó a reír, llevaba tiempo intentando aguantar la risa. A su mujer le había salido bastante bien la interpretación.

- ¡Te han admitido cariño! – Dijo mi madre con una bonita sonrisa que en muestra su gran satisfacción.

Sin pensarlo abracé a mi madre y me arrodillé mirando a mi padre.

- Eso no explica que estés en el suelo - Dije aguantando la risa, pero una pequeña sonrisa salió a la luz.

- Veras cielo, tu padre piensa que sigue en sus años mozos y te intentaba dar una sorpresa haciendo todo tu equipaje - Dijo Pilar partiéndose de risa - pero se ve que tienes más ropa de la cuenta y se ha tropezado de una manera muy graciosa.

Todos estallamos a reír. Observé a un lado del salón un montón de mi ropa tirada por el suelo y a mi padre tendido en el suelo. Le abracé sin pensarlo y le di un beso sonoro.

- Bueno yo creo que mi encanto al menos no lo he perdido, sigo gustándole a las chicas, Pilar - Le indica Juan a su mujer intentando levantarse. Pilar fingió enfado cruzándose de brazos, pero en poco tiempo recibió un cálido beso en la mejilla que hizo que se le olvidara el enfado anterior.

- Cariño, prepárate que en una hora vamos a comprar todo lo que necesitas para tu nueva vida - Dijo mi padre con una sonrisa mientras cogía a mi madre por la cintura.

- ¿Una hora? - Chillé - no me da tiempo ni a ducharme – continué diciendo y rápidamente subí las escaleras, cogiendo parte de mi ropa.

Cerré la puerta del baño y me miré en el espejo. No me gustaba mucho lo que veía. Una joven de unos 18 años, con ojos verdes y una larga melena ondulada de color castaño claro, no muy delgada simplemente normal y con una bonita sonrisa que no podía ocultar. Era feliz. ¡Me habían admitido en la Universidad! ¿Por qué razón alguien en mi situación no sería feliz?

Después de ducharme y desenredarme el pelo, me dirigí al montón de ropa que había recogido anteriormente y busqué una de mis camisetas favoritas. Se trata de una camiseta de manga corta roja y luego elegí unos vaqueros pitillo que más tarde combiné con unas Stan Smith.

Mi padre me espera junto al coche con una tarjeta de crédito en una mano y una bonita sonrisa en su rostro.

- ¿Lista?

- ¡Lista!

Me despedí de mi madre y de mi hermano Pol con una pequeña colleja en su nueva rapada.

Me senté en el asiento del copiloto y me giré hacia mi padre.

- Gracias - Le dije sonriéndole.

Él no dijo nada, simplemente me dio un beso en la mejilla e introdujo la llave. El motor rugió. No hacía muy buen tiempo. Empezó a chispear, pero a pesar de eso todo era perfecto.

Lo que descubrí más tarde era que del tiempo meteorológico dependía aquella tragedia.

Más tarde....

No era tan fácil como lo pintaban en las películas. Estábamos en una enorme tormenta, en medio de la nada. Llevamos menos de 10 minutos perdidos y había una niebla que nos impedía la visión, de repente se despejó y lo único que se aprecié fueron las aguas verdosas de un enorme lago al que nos dirigimos. El coche derrapó al intentar frenar. Pero terminó hundido en aquel lugar. Lo único que sentí fue la mano de mi padre, que me sujetaba con fuerza, antes de que perdiera el conocimiento.

Y esa fue la primera Tormenta, que desencadenó un continuo de Tormentas.