Capítulo 3.

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Todos nos saludamos y subimos al auto. Todos me decían que actuaba distinto, y era verdad, después de todo lo que Mabel y yo hemos tenido que pasar habíamos cambiado, a Mabel no se le notaba, pero ahora era mucho más sensible hacia lo que le dijeran o hicieran. Y yo era más callado y apartado de los demás, siempre me perdía en mis pensamientos. 

 Al llegar a la Cabaña del Misterio nada había cambiado, solo unas atracciones turísticas nuevas.

-Bien chicos, vallan a su habitación, desempaquen todo y luego bajen a cenar. Mañana comenzarán a trabajar otra vez en la cabaña como antes.- Dijo el Tío Stan. 

 Nosotros entramos en la cabaña y subimos a la habitación. Al llegar todo seguía igual, las camas las estanterías, y Pato estaba en el medio de la habitación con un cartel en el cuello que decía: ''BIENVENIDOS CHICOS'', Mabel fue directamente a abrasarlo. 

 Mabel estaba muy feliz, se notaba a kilómetros, y yo por fin podía estar tranquilo sabiendo que nuestros padres estaban lejos. 

 Después de desempacar todo, Mabel se puso a jugar con Pato y yo me recosté para descansar después de esa tortura de viaje. 

-Oye Mabel, ¿estás bien?.- Le pregunte. 

-Si, ¿y tu?. Desde hace años que actúas raro, no duermes de noche, sino de día, y duermes una cantidad exagerada de horas, comes más, mucho más de lo que es normal y estas muy atento a los sonidos, como si tuvieras un super oido. Ademas desde lo que paso semanas atrás... Eres más agresivo y estas atento a todo o que pasa al rededor, te diría que eres mitad animal, pero eso seria casi imposible.-

 Ella tenía razón, pero no lo podía evitar. 

-Tienes razón, pero... -

 No pude terminar de hablar. Después de haber pasado horas y horas sin comer estaba muerto de hambre.

 Había sentido el olor de carne al horno. Me puse rápidamente en pie para poder ir a buscar algo de comer, no soportaba más el hambre. 

 Baje rápidamente las escaleras y llegue a la cocina donde estaba Stan. 

-Tío Stan, ¿hay algo que pueda comer antes de la cena?.- 

El pensó por un instante.

-Si, creo que hay algo, sandwiches de jamón, pero no comas demasiad o no cenaras.-

-Okey.- Respondí, pero lo que el no se dio cuenta fue que no tome uno, sino cinco sandwiches.

 Al llegar a la habitación Mabel me miró sorprendida.

-¿Enserio comerás todo eso?.- 

 Yo la ignoré, me senté en mi cama y me puse a comer, en menos de veinte minutos ya no había nada, diez minutos después sentí como mi estomago rugía. 

-Tengo hambre.- Dije quejándome. 

- ¿Es enserio?.- Me pregunto sorprendida otra vez Mabel. 

-¡¡¡CHICOS, LA CENA!!!.- Gritó nuestro tío Stan.

 Yo salí corriendo hacia la cocina.

 Mientras comía, Stan y Ford me miraban sorprendidos, Mabel les explico que yo actuaba raro desde hace un tiempo y por eso comía tanto. Pero no me inportaba, tenía hambre. 

Cuando terminamos de cenar donde yo comí la mayoría de lo que había, Mabel y yo fuimos a nuestra habitación, nos preparamos para dormir y nos despedimos. 

 Mabel ya estaba completamente dormida, pero yo, como siempre no podía dormir, así que me cambié de ropa, me puse unas jeans, unas zapatillas negras, una camisa roja a cuadros de manga larga y mi distintiva gorra con un pino azul. 

 Salí al bosque y me lleve el diario número: 1 conmigo. 

 Al llegar a una parte bastante profunda del bosque, trepé con agilidad uno de los pinos que había y me senté en una de sus cuantas ramas, y me puse a leer. Todo era tranquilidad y paz, hasta que escuche una voz un tanto conocida. 

El Gato y El Demonio. BillDip.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora