XVII. Catástrofe

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-¡ANIKA! ¡¡ANIKAAAA!! –ese grito estallo en sus oídos, casi al mismo tiempo que la inconsciencia llamaba Anika.

El hombre que la dejo en ese estado, se armo con ella, cargándola en su espalda. Erick, viendo esa escena grabada en sus pupilas, apretó los dientes, y las manos alrededor de la espada. Frunciendo el ceño y en desespero fue corriendo a su dirección, matando a la mayoría de los hombres que se le atravesaban en su camino.

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-¡Anika! –grite corriendo, y después de frene mi avance en la entrada.

Los dragones negro y morado, se alzaban en el cielo. Encontré a Anika en el dragón tierra, acostada de panza sobre ese montaje. Extrañamente me fije en su forma de montar en sus dragones, era la misma que Anika nos había enseñado. Llame a de Draicod con un clásico silbido, aterrizo de inmediato a mi lado. Con esos ojos azules me reclama que lo monte, lo hago lo más rápido que puedo, ordenándole.

-Vuela, síguelos Draicod –Tan severa como se oyó mi voz, el no dudo en desobedecerme. Se elevo en el cielo cuando termine de decirlo, los perseguía una distancia corta.

No podrían llegar lejos, yo no lo podía permitir. Ordene el primer ataque, Draicod lanzo una bola azul de electricidad pura. El impacto se dio contra el dragón tierra que tenia a Anika. Los dragones en sus flancos, eran naturaleza, fáciles oponentes para mí. Draicod continúo gruñendo, los jinetes oscuros voltearon a mí, viendo que los seguía, por detrás me seguían Mirían y Roger. Uno de ellos le indicó con la mano al otro, adelantase y cubrir nuestra visión.

Volé dé costado para que no me dejara confundir, pero en dragón tierra giro de lado igual,  opacando.  Lance el ataqué más no divisé al segundo por arriba de mi cabeza lanzandonos un ataque de niebla. Atajando con mi mano todo el polvo estoy sobre Draicod gira el rostro junto al cuello  de un lado al otro. Los dragones por mi delante desaparecuerob, y junto con ellos....

-Anika -nombró.

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Estaba de boca abajo y sentía como la sangre subía a la cabeza y brazos colocaban a los costados, sentí de repente como una electricidad corría por mi cuerpo. Me estremecí unos segundos mientras despertaba, cuando abrí mis ojos por completo vi un esplendoroso cielo verde rodeado de nubes amarillas, trate de sentarme asiendo el menor ruido posible ya que no tarde en darme cuenta de donde estaba pero mientras respiraba con calma para tranquilizarme, intente comunicarme con Saphira pero por más que me esforcé por hacerlo no lo lograba entablar una conversación en primer lugar solo escuchaba murmullos y después fue bajando de tono hasta que solo había silencio entre las dos. Mi cabeza me dolía, en primer lugar un dolor pequeño y retumbante luego incremento cada vez que me acercaba a un bolso de cuero que no estaba bien cerrado por la superficie, se veía por la parte superior que era una bola de cristal azul en su interior era más cristalino y unas pequeñas luces blancas que aparecían estrellas rondaban en su interior, cuando la toque sentí como si Saphira no me hubiera hablado nunca, no escuchaba nada más que mis propios pensamientos, este sentimiento anterior me perturbaba era inquietante no quería sentirlo mas, aparte bruscamente la mano al hacerlo me di cuenta que a un lado de aquel bolsón había un objeto estire mi brazo pero no pude alcanzarlo, lo intente de nuevo sintiendo como mis músculos se estiraban hasta que por fin lo tome, jalándolo en mi dirección el hacha y sosteniéndolo con ambas manos hasta esta levantarlo sobre mi y darle un golpe al sujeto que me retenía. Pero justo en el momento que lo elevo, me lo quito dándome un golpe en la cabeza y caí a su merced.

Dormí sobre algo duro y frio, en mis muñecas tan bien sentía ese frio, pero eso no fue lo que me despertó sino unas tres gotas que cayeron del techo sobre mi rostro, esas tres gotas de agua helada parecían acido sobre mi piel, con aquel dolor abro los ojos, todo está y se veía oscuro, es techo esta húmedo, era de piedra. En el espacio se olía a la humedad de la piedra fría, la ventera del viento corrían por la puerta que despejaba un poco de luz de afuera ladee la cabeza a la derecha y observe alrededor de mi mano un grillete antiguo agarrándome a la cama de piedra a la que me tiene sujeta. De ambos pies y manos busque a todas partes, solo encontré una mesilla de madera a lado, donde estaba una lámpara medieval y para de hoja mojadas, la tinta se veía corrida a un costado. Moví las muñecas tratando deliberarme. No funciono, pero pude escuchar una voz aguda y poco clara, se notaba que era la de un hombre mayor, de no más de 28 años, hablando con otra persona sobre mí.

JINETES: La leyenda de la jineta Fénix'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora