-Anika, ¡Anika lo lograste! ¿Puedes creerlo? –chillo Roger alzándome y haciéndome dar una vuelta hasta qué me dejo de nuevo en el suelo
-Wow, No pensé que les hiciera tanta ilusión... -decía al acomodarme parte de mis pelos alborotados.
-¡Esto es fantástico! Anika voy a volar y tú nos vas a enseñar... –dijo dando vueltas y vueltas
-¿Qué? –Inquiero en un grito al pararla, sujetándola de ambos hombros antes de que esas cabecita suya se cayera de su cuerpo.
-¿Cómo que "yo" les voy a enseñar? –pregunte, ella me dirige una mirada de reproche y altanería. Como si lo que dijera fuera lo más obvio del mundo, y yo fuera la única que no se hubiera dado cuenta
-...Yo no... -dije señalándome, después de haberla soltado
-Pues lo harás, -me repetía -...Ya que eres la única que sabe cómo hacerlo –objeto con algo de enojo.
-No no no... No lo hare. –dije retrocediendo en dirección. Alejándome lo am que pueda de esos locos y sus planes para mí.
-Sí, ¡Lo harás! ¡Será Nuestra Maestra! –me grita poniendo las manos a los costado de sus boca, haciendo uno bocina, al verme lo suficientemente lejos como para escuchar su respuesta.
-¿Maestra? –me detengo en el prado al pensar en lo que dijo.
.
Al día siguiente, obvio que no hice caso de ninguna de las paranoias de mis compañeros. Y Fui directo a mi casa. Todos los jinetes tenemos una morada obligatoria en Dilagar, la mía era pequeña pero suficiente para mí, mucha de la moradas de los jinetes estaban apartadas del Consejo, supongo que nadie los quería de vecinos. Me lleve la gran sorpresa esa mañana en la que tocaron mi puerta, claro eran Mirian y Roger. Les fui abriendo, diciendo que no haría lo que me pedían. Pero cuando termine de abrir la puerta. Había un montón de gente reunida alrededor de lo que se suponía que era mi casa.
Genial, ahora la ayuda que había brindado se me revirtió. Debía enseñar a cada uno de los Jinetes a Volar. Para que yo les enseñara Clase de vuelo, preferí mil veces que no me dijeran maestra, y solo "Anika" ¡Cuánto apreciaba ahora mi nombre!
En la primera clase, Roger había escogido un hermoso mundo que era un prado infinito para la práctica. Yo me encontraba parada adelante de una fila de hombres, de por lo menos 20 años, entre los que estaba incluido Sebastián, que me daba una mirada desafiante. "Dime lo que eres capaz de hacer..." decía el mensaje de esa mirada. Suspire. Este no era exactamente mi plan para ganarme colegas.
-Bien, ¡Atención Todos! –decía Roger alzándola la voz a mi costado.
Cada uno de los hombres gritó la vista en su dirección para escuchar que sería lo siguiente que diría.
-Estamos acá para que Anika -me señala-...Nos enseñe el antiguo artye del Vuelo de Dragón. –Fue cuando todos dirigieron su vista hacia mí, trague en seco mientras Roger retrocedía.
-Anika... -dijo. Los mire atentamente a Roger y Mirian, después de todo esta era su idea. Ambos me asintieron, demostrándome siempre que me bridaban su apoyo moral en cada clase, sonríe.
Fue entonces cuando comencé a enseñarle. Lo primero que debían hacer era mantener un vínculo sincero con su dragón. Claro, se rieron al principio pero los que lo hicieron vieron los resultados... Sus dragones confiaron más en ellos y con un poco de tiempo y existo lograron montarlos.
Mirian fue la primera, después de mí, Roger le siguió, después Erick y Sebastián... con este acto me gane el agrado del consejo.
Ahora estábamos en el Prado, Mirian como siempre estaba dando saltos en él, tratando de imitarlo su vuelo. Mirian había dominado tanto ese aspecto que estaba encargada de las tácticas de vuelo, yo por mi parte preferí seguirle, ya tenía el título de la primera en montar.
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JINETES: La leyenda de la jineta Fénix's
Teen FictionEstá historia narra la vida Anika Duran cierta chica de 15 años que se pierde en un bosque, en el cual encuentra un extraño Huevo de Dragón, Este huevo la lleva a salir de su hogar, pueblo y su familia revelando terribles secretos de su pasado al se...