JINETES: La leyenda de la jineta Fénix's

VI. Encuentro con la Alianza

Observe atentamente como aquel dragón oscuro se preparaba para lanzar su siguiente ataque con la intención de matarme quise cerrar los ojos-al ver que aquella bola letal se acercaba a mí-, ya que no quería ver como mi muerte se acercaba lentamente amenazadora para quitarme la vida, per segundos después antes que cerrara los ojos, observe otro bola esta era azul y estaba rodeaba de rayos, estos conformaban creándolo, esta bola paso por encima de mi cabeza en dirección a la otra bola que me amenazaba e impactar con la otra en una explosión que levanto humo, lleve mis manos a la cabeza mientras ladeaba en dirección contraria, pasada ya la explosión moví mis manos delante de mí en un intento de esparcir el humo a mi alrededor habiéndolo logrado quise saber quién era el que me había salvado de la muerte por lo cual gire la cabeza hacia atrás (de dónde provino el otro disparo que me salvo la vida), vía a un dragón azul como el mar, pero aun lo hermoso que era los rasgos físicos de su rostro demostraba un carácter difícil y poco manipulable, fiero... y sobre todo indomable, estaba en cuatro patas y en la misma posición de ataque de Saphira, pero viendo exitosos su obra levanto el cuello a su posición original cuando sus cejas descendieron de enfado que contenía su mirada al otro dragón al ver unos segundos antes a Saphira inconsciente en el suelo.

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Te hare pagar por esto, No tiene honor a atacar por la espalda -refuto Draicod al ver lo que habían hecho con la dragona

Tranquilo, Draicod... Recuerda la misión -mencione dándole unas palmaditas en el hombro.

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Después de observar al imponente y majestuoso dragón baje mi vista hasta ver a su jinete, No lo podía creer era Erick parado junto a él, como un auténtico guerrero listo para la guerra el dragón azul marino ladeo un poco la cabeza en dirección a Erick que estaba a su izquierda, por el rostro de propuesta de Erick y los gruñidos bajos en contra de lo que argumentaba Erick, supe que se comunicaban, coordinando ideas y escogiendo planes de ataque hasta que de pronto una sonrisa apareció en el rostro de Erick mientras el dragón se veía satisfecho con ello volvió nuevamente la vista al enemigo enseñando los dientes con un gruñido voraz al m omento que Erick hizo una serie de movimientos con sus manos derecha en la que tenía una especie de pulsera hasta que esta impacto con sus pecho y propino una luz celeste que también apareció alrededor del cuerpo del dragón esto solo duro unos pocos segundos luego la luz se apagó, pero alrededor del cuerpo del dragón había una armadura plateada

-¡Ahora Draicod, dragón de trueno! ¡Ataca!

Apenas lo dijo algo comenzó a brillar en la boca del dragón hasta formarse una bola de rayos blancos con el centro azul, la lanzo pero antes de que pudiera seguir la trayectoria de la bola hasta que el otro dragón Sebastián apareció en el claro corriendo por los arboles hasta que llego al prado reprochando a su amigo

-¡Erick, No se vale empezar la fiesta sin mí!-se quejó -¡Ahora Aragón, Emerge y únete a la pelea!-dijo y minutos después la tierra en el prado comenzó a temblar como si fuera u terremoto, tambalee mientras un dragón color arena salió de la tierra a unos pocos metros del dragón azul, lo primero que salió del dragón arena fue su cabeza junto con un gruñido elevado hacia el cielo, luego planto sus garras en el prado para sacar el resto de su cuerpo, cuando ya estuvo totalmente fuera tenia puesto alrededor de si la misma armadura que la del dragón azul y oscuro, el dragón de Erick se vio contento de que aquel dragón estuviera presente, intercambiaron una serie de gruñidos , se saludaban supuse hasta el momento en que se les ordeno atacar.

-Por favor No me hagan reír....Un tierra No va a vencerme, ¡Mátales! -le ordeno a su dragón el hombre oscuro, al momento que los dragones avanzaron amenazantes y exponiendo los colmillos iniciaron la pelea al impactar sus cuerpos entre sí en una brutal batalla, mientras los dragones se despedazaban unos a otros yo desvié la mirada y la fije en Saphira que yacía inconsciente a mis pies, caí de rodillas junto a su cuerpo, palpe desesperadamente su cuello tocándola la sentí estaba tibia y un poco fría