No ingresé a las clases que me correspondían, pero estaba en la escuela. Me había recluido en la sala de computación, y estaba utilizando un equipo para averiguar sobre casos judiciales parecidos al de Jeremy, buscando información que pudiera ser favorable para mí.
Según la data que la red proporcionaba, con todas las pruebas irrefutables en contra del acusado, era imposible que la justicia siquiera considerara su apelación a la libertad. Había algo detrás de todo aquello. Me olía a corrupción.
-¿Jus?
Estaba tan absorto en mi tarea, que esa voz me tomó desprevenido y me sobresalté.
Miré por encima de mi hombro y me encontré con la mirada curiosa de mi novia.
Mi novia.
Chelle y yo llevábamos un par de semanas utilizando los títulos oficiales del noviazgo. Aquello solía hacerme sentir feliz. Al fin tenía un nombre agradable, uno que me gustaba. Y también la tenía a ella, la mujer que adoraba. Pero después de los sucesos del día anterior, en mi antigua casa, cuando la miraba solo podía ver a una niña asustada, aunque eso estaba lejos de la actualidad.
Me levanté de mi asiento y me apresuré hacia ella. La encerré entre mis brazos, como un gesto protector, y ella me devolvió el abrazo con ternura. No quería dejarla ir, deseaba mantenerla allí porque su tacto se sentía exquisito y porque no quería perderla de vista, si no cuidarla a cada segundo. La estreché con fuerza antes de alejarme un poco y mirarla a los ojos.
-¿Dónde estabas anoche?
Solté la pregunta, sin pensar.
-Lo lamento. Isabella y Dave se pelearon, estuve haciendo de mediadora entre ellos.
Contestó.
-¿Dónde?
Repetí, esta vez con más brusquedad.
-Yo estaba en mi casa, pero ellos....
-Entonces ¿por qué no respondiste mis llamadas?
La interrumpí, demandante.
Ella se mostró confundida por mi interrogatorio, pero de igual manera prosiguió:
-Te decía: los tres estábamos en nuestros respectivos hogares, pero su drama acaparó mi teléfono, no pude responderte porque sus constantes mensajes interferían con el móvil.
Resoplé, sintiendo acrecentar el enfado en mi interior.
-No te creo.
Dije lentamente.
Ella frunció el entrecejo, claramente perturbada por mis palabras.
-¿Qué?
-Que no te creo. ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba? Y cuando te pido explicaciones, sueltas esa patética excusa.
Mi recriminación se escurrió entre mis dientes.
-Es la verdad ¿qué te pasa, Justin?
Espetó.
-¡¿Qué te pasa a ti?! No haces más que ir de aquí para allá como siempre, no sé si te llegó la notificación, pero estás compartiendo tu vida conmigo ahora, no puedes hacer lo que se te pegue la gana.
Mi voz se elevó en contra de mi voluntad.
En ese momento, ella se giró, dispuesta a irse. Retuve mi impulso de tomarla y voltearla, caminando con rapidez para interponerme en su camino.
-Te estoy hablando.
Mascullé.
-Y yo no quiero escucharte.
Su contestación altiva envió a través de mis venas el tipo de adrenalina que solo sentía cuando descargaba mi furia a los golpes. El tipo de sentimiento que me elevaba fuera de la tierra y me llenaba de placer, haciéndome olvidar todo lo demás. Pero esa vez, la satisfacción no venía de mi descargo, si no del suyo.
-Michelle, no te pases de lista conmigo.
Advertí.
-¡¿O si no qué?!
Ella también gritó, encendiéndome todavía más.
-¡Mierda, solo trato de hacer las cosas bien!
-¡Estás fallando, amigo!
-Cierra tu maldita boca.
Me acerqué un paso hacia ella y noté que contuvo la respiración. Entonces fui consciente de la situación. Parpadeé varias veces y relajé la tensión de mi cuerpo.
-Chelle, lo siento.
Murmuré.
Ella me echó una mirada dolida y salió del aula sin decir nada. Me quedé plantado en el lugar dos segundos, antes de empezar a correr detrás de ella. Se abría paso a través del bullicio de los estudiantes alrededor nuestro, y yo la seguía de cerca. Al final, llegó a su casillero e intentó abrirlo, pero estiré mi brazo y volví a cerrarlo, para recuperar su atención.
-Chelle, por favor...
Supliqué.
Mi novia me miró por debajo de su ceño fruncido.
-Lo lamento, he estado tan estresado. Solo queda un mes de clases antes de que el año termine, y realmente no sé si lograré aprobar quinto.
Me excusé.
En realidad, si fraccionaba esa explicación, era cierta. Sí estuve estresado, y sí tenía pocas posibilidades de pasar el año, aunque nada tenía que ver una cosa con la otra. Pero me conformé con que no fuera una completa mentira.
Los sentimientos denotados en sus ojos cambiaron repentinamente, y ahora me miraban con preocupación.
-Justin, debes esforzarte más, no puedes repetir este año, solo queda el próximo para graduarnos.
Observó.
-Podrías ayudarme con el estudio.
Insinué con rapidez.
Quería distraer sus pensamientos del momento anterior que habíamos vivido.
Ella asintió una vez y suspiró.
-Lo haré.
Dejé de bloquear su casillero y permití que sacara sus útiles antes de tomar su mano y besar sus nudillos. Sus ojos brillaban sobre los míos y no pude evitar dejar que ellos despertaran aquellas raras sensaciones que solo Michelle Mileston podía ejercer en mí, como la fuerza de los latidos de mi corazón y el agradable revoltijo en mi estomago.
Eso era mejor que haber discutido, sin embargo el fuego de nuestra pelea fue mucho más consumidor, y me encantó. Me gustó verla reaccionar. Me gustó verla a la defensiva. Porque de esa forma desaparecía la niña llorosa de mis recuerdos.
Y necesitaba eso.
Love is Possible (Bieber is Back #2)
Tatiana Romina
ESTÁS LEYENDO
Love is Possible -《Bieber is Back 2》
Teen FictionJustin Bieber es un adolescente atormentado que anhela su propia destrucción. En la secundaria, se reencuentra con lo único de su horrible pasado que nunca quiso olvidar: Michelle Mileston, su mejor amiga de la infancia. Ambos se involucran en u...