Ignoré el acelere de mi corazón y controlé el temblor de mis extremidades. Miré la casa frente a la que habíamos estacionado y tragué saliva con dificultad. Dunkan había conducido hasta la vivienda donde había transcurrido mi niñez, entre cuyas paredes se escondían mis peores pesadillas.
-Señala los lugares que consideres de mayor relevancia, pero no toques nada. No tenemos que delatar que estuvimos aquí.
Ordenó el oficial, descendiendo del vehículo.
Según lo que me había contado, necesitábamos encontrar pruebas de que la perversión de Jeremy era real, y no unos simples actos realizados bajo la influencia de sustancias toxicas, como él trataba de apelar para conseguir su libertad.
Pero no me moví del asiento. Me quedé inmóvil, con la mirada fija en el lugar al que no quería ingresar.
-Bieber.
La voz de Dunkan me llamó.
Apreté la mandíbula. Detestaba que me llamara por mi apellido. Sentía que intentaba recordarme mi parentesco con mi padre cada vez que podía.
Bajé del coche y lo seguí con pasos dubitativos hasta la puerta de entrada. Con un empujón podría haber sido abierta con facilidad, debido a la oxidación visible en la cerradura, pero Dunkan utilizó una llave maestra que la seguridad pública de Driven poseía.
Entró en el lugar e inmediatamente lo inspeccionó con la vista. Me quedé estancado en el umbral, observando como su mirada iba de un lado a otro de la sala, hasta que se posó en mí.
-¿Y bien?
Inquirió.
-Sótano.
Fue la única palabra que me sentí capaz de pronunciar sin que mi voz fallara.
-Guíame.
Pidió con determinación.
Puse un pie sobre el suelo de madera y mi cuerpo se estremeció. Dejando de lado aquello, caminé hasta la puerta del sótano. De repente, el pánico se gestó en mi pecho y se extendió por todo mi cuerpo, haciendo que retrocediera un paso.
-No voy a bajar allí.
Jadeé.
Odié que sonara (y sospecho que también lucía) como un niño pequeño, pero no podía controlarme a mí mismo en ese momento. Dunkan me escudriñó detenidamente y algo en sus ojos cambió. Parecieron suavizarse, soltando la hostilidad que siempre irradiaban hacia mí. Asintió, y se fue escaleras abajo.
Exhalé, tratando de calmar mi estúpida cobardía y me giré para encaminarme a la sala nuevamente. Una vez allí, recosté mi cadera contra el sofá y cerré con fuerza mis parpados. Sin explicación, unas imágenes llegaron a mi cerebro:
Me encontraba en el interior de una torre plástica, uno de los tantos juegos del parque, desde donde se desprendían varios deslizaderos. Pero yo solo estaba sentado en el piso, mirando por una abertura en forma de ventana como los otros niños jugaban.
Yo no iba al parque para divertirme como ellos, yo solo no quería estar en mi casa.
Divisé a una niña tratando de escalar un deslizadero de mi torre. Era una tonta si creía poder lograrlo, estaba muy empinado para eso. Me entretuve observando su esfuerzo por lograr el cometido que se había propuesto. Su expresión de concentración se iluminó con un brillo de triunfo cuando estuvo a punto de llegar al final, pero justo entonces sus pies resbalaron.
Por puro impulso, gateé rápidamente hasta ella y estiré mi brazo, tratando de alcanzarla. La niña tomó mi mano justo a tiempo antes de caer. La ayudé a posicionarse sobre el piso de la torre, quedando sentada frente a mí, con la respiración agitada y el miedo en sus ojos.
Me removí incomodo en mi lugar, debido al cosquilleo que sentía en la mano que había tomado la suya. No me gustaba el contacto con la gente, pero no podía dejarla que se golpeé contra el suelo.
Me miró y tragó saliva.
-Gracias.
Susurró.
Asentí y volví a mi lugar inicial, junto a la ventana. Ella me siguió.
-¿Cuál es tu nombre?
Preguntó.
Al parecer el interés que desperté en ella opacó el recuerdo de su reciente accidente.
-No te importa.
Mascullé.
Frunció el ceño y siguió mi mirada hacia la vista que ofrecía la abertura. Luego, volvió su atención a mí.
-Bueno, "no-te-importa" ¿puedo llamarte "note"?
Apreté los labios muy fuerte para no reír ante su broma. Solo estaba siendo simpática conmigo, y ya no tuve ganas de ser grosero con ella. Me giré para enfrentarla.
-O puedes decirme Justin.
Respondí.
Mostró una radiante sonrisa antes de presentarse:
-Yo soy Michelle.
Abrí los ojos de repente, debido a un fuerte ruido. Miré hacia todos lados. La sala seguía igual de oscura y solitaria, pero entonces lo volví a escuchar. Eran sollozos. Alguien estaba llorando, pero sonaba como un eco.
Tomé aire para llamar a Dunkan justo cuando pude oírlo fuerte y claro: era el llanto una niña.
Era su llanto.
-¡Chelle!
La llamé, alarmado.
Oí su difuso chillido venir del sótano y corrí hasta él. Frené en la entrada y agudicé el oído, pero ya no se oía nada. Me recosté contra la pared, tratando de no atorarme con mi propia respiración. Mi corazón desbocado se detuvo en cuanto la escuché otra vez:
-No, por favor, basta, no.
Su voz ahogada llena de angustia hizo que un gemido de dolor puro se escapara de mi garganta.
Sin importarme nada, poseído por la desesperación, descendí al sótano.
-¡Chelle!
Volví a gritar.
Unos golpes se sumaron, y pude discernir que aquellos ruidos emanaban de mis recuerdos. Aun así, no eran menos dolorosos. Entendí que el golpeteo se trataba de mí mismo años atrás, aporreando la puerta del armario para poder salir y ayudarla.
Necesitaba ayudarla.
Me apresuré al armario e impacté mi puño contra él. Escuché a Dunkan gritándome, fui consciente de las lágrimas que (por primera vez en muchísimo tiempo) empezaron a caer de mis ojos. También me di cuenta que mis memorias se habían callado, pero seguí pateando la puerta hasta que se abrió, hecha pedazos.
Sentí como la oscuridad de su interior me absorbía, llenando cada parte de mí con sensaciones negativas.
-¡¿Cuál es tu problema?!
Espetó Dunkan, apareciendo en mi campo de visión.
Supe que el frio cambio que acababa de ocurrir dentro mío también se podía apreciar en mi exterior, porque Dunkan (siendo un experto uniformado) se encogió ante mi dura mirada.
Sabía que a partir de ese momento, nada volvería a ser lo mismo.
Love is Possible (Bieber is Back #2)
Tatiana Romina
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Love is Possible -《Bieber is Back 2》
Novela JuvenilJustin Bieber es un adolescente atormentado que anhela su propia destrucción. En la secundaria, se reencuentra con lo único de su horrible pasado que nunca quiso olvidar: Michelle Mileston, su mejor amiga de la infancia. Ambos se involucran en u...