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(Justin)


Era muy afortunado. Había ganado una buena cantidad de dinero haciendo lo que me gustaba. Diseñando y programando páginas y aplicaciones, logré que una de ellas se volviera furor en los sistemas operativos. Lo único malo de mi empleo era la parte social. Las convenciones y charlas sobre informática que debía dar en congresos y universidades. Las hubiese evadido de haber podido hacerlo, pero todavía me restaba un largo camino para convertirme en una eminencia del campo y necesitaba seguir trabajando para no quedar en el olvido e irme a la quiebra.

Sin embargo, había algo que me fascinaba de viajar a convenciones: la expresión de Michelle cuando me veía regresar de ellas. Nunca estaba fuera mas de una semana, pero ella actuaba como si yo hubiera estado en la guerra. Sus ojos desprendían un brillo de emoción y una sonrisa explotaba en su cara, antes de ahogar un chillido y abalanzarse sobre mí.

Justo como en ese momento.

Apenas cerró la puerta detrás de ella, se precipitó hacia mi cuerpo y enredó sus brazos por mi cuello. Reí y enterré mi cara en su pelo. Unos segundos después, tomó un poco de distancia y examinó mi rostro, asegurando que todo estuviera en su lugar. Volví a reír y besé su frente, donde se formaba una arruga de concentración.

-Estoy entero. La comida de ese hotel no era tan mala.

Aseguré.

Entonces oí un motor acelerando y el sonido de las ruedas que éste movía rodando por el pavimento. Mi expresión alegre se tornó ceñuda.

-¿Era tu jefe?

Inquirí.

-Sí, ese era. Pero si mantengo el ritmo de trabajo que voy llevando, ya no lo será. Creo que se viene un ascenso para mí.

Comentó con emoción.

-Primero cuéntame cómo te fue a ti.

Me pidió, arrastrándome a la cocina.

-Bien, me fue bien.

Respondí con desinterés.

-¿A qué huele?

La pregunta de Chelle me hizo sonreír. Le señalé la mesa colocada.

-Hice la cena. Sabía que ibas a llegar cansada.

Mi mente volvió al hombre que se acababa de ir y agregué:

-O eso creí.

-¡Ni me lo digas!

Exclamó, adivinando lo que yo pensaba.

-El tipo está loco. Me trató como un sirviente durante todo este tiempo y ahora...

Bufó enojada.

Echó el contenido de las cacerolas en un par de fuentes y me senté a la mesa, a esperarla. Finalmente colocó la comida entre nosotros y se sentó también.

-Y ahora...

La animé a que continuara hablando.

-Nada. Es un idiota.

Determinó con molestia.

-Y ahora 'eres hermosa Michelle'...

Me burlé de él.

Con eso, olvidé ocultar que había estado escuchando detrás de la puerta lo que ellos decían. Ella se relajó y empezó a reír con fuerza.

-No fue buena idea darte las llaves de mi casa.

Dijo.

-...'Oh, me atraes'.

Seguí imitando la voz del hombre, ésta vez con extraña irritación.

-Ya. Madura.

Soltó ella, sirviendo la cena en nuestros respectivos platos.

-¿Madurar? Me lo dice una persona que tiene una colección de varitas mágicas en su sala.

Borró la diversión de su rostro y se mostró indignada.

-No te metas con mis varitas.

Advirtió.

Más tarde nos acomodamos en el sofá para ver una película. Mientras el film transcurría en la pantalla del televisor, yo me percaté de que no estábamos cerca uno del otro.

"Tiempo atrás no podíamos despegarnos ni siquiera en las situaciones que lo requerían. Sin embargo, últimamente, podíamos tomar distancia física sin sentir esa electricidad en el aire que nos volviera a juntar. Michelle era la persona que más me importaba en el mundo. La única que tenía acceso a mi corazón. Nuestra relación era intensa, pero no había nada más que amistad entre nosotros. Con el tiempo, las ganas de besar sus labios había ido disminuyendo. Muchas noches pasé mirando el anillo de plata que ambos habíamos usado un tiempo, cuando prometimos amarnos para toda la vida e ir al altar juntos algún día, más ahora ni siquiera sabía donde estaba aquella pieza y no me molestaba en buscarla.

Chelle era mi mejor amiga, y ya no guardaba deseos de cambiar eso".

A mis amigos les agradó oír ese discurso cuando lo dije por primera vez, pero distaba mucho de la realidad. Sí sabía donde estaba el anillo. Lo guardaba junto al de ella dentro de una caja de terciopelo en mi primer cajón. De vez en cuando metía la mano y los tocaba, sólo para saber que estaban allí. Además, Prohibir a mis labios acercarse a los de Chelle era una tarea muy difícil. Besaba, en cambio, cada parte de ella que no delatara algo más que cariño. La electricidad que se extendía al mínimo contacto que tenía con ella parecía aumentar sus voltios cada hora, y me estaba doliendo en cada parte de mi cuerpo tenerla a tan largos centímetros de distancia.

Suspiré, derrotado y rendido de nuevo. Me deslicé hasta su lado, acomodando mi cabeza en su hombro. Mi amiga apoyó su mano en mi espalda distraidamente. Cerré mis parpados con fuerza.

Tres años soportando aquello. Una pequeña eternidad exponiéndome a esa tortura. Pero valía la pena la felicidad de estar a su lado. Prefería sufrir y fingir que no lo hacía a separarme completamente de Chelle. Abrí los ojos y volví a suspirar, ésta vez tratando de exhalar el peso en mi corazón. 

Definitivamente todo era menos complicado cuando no creía en el amor.


Love is Back (extras)

Tatiana Romina

Love is Possible -《Bieber is Back 2》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora