Abandonamos los juegos y nos dirigimos a un espacio apartado del parque. Estiré la palma de mi mano, mostrando a Chelle los caramelos de diversos sabores que tenía sobre ella.
-Toma el que te guste.
Ofrecí.
Mi amiga sonrió con alegría después de tomar el de color rosa.
-¿Cuál es tu favorito?
Me preguntó.
Observé mis provisiones y me encogí de hombros.
-No me gustan mucho los dulces, así que prefiero los de manzana, tienen un sabor diferente.
Afirmé, apartando los verdes y llevándolos a mi cavidad bucal.
-¡No puede ser que no te gusten los dulces!
Chilló ella, alarmada.
Le sonreí con los labios apretados, procurando no mostrar la cantidad de comida en mi boca.
-Son el mejor invento de la televisión, mejor incluso que los dinosaurios.
Bromeó, disfrutando su golosina.
Tragué justo a tiempo antes de empezar a reír.
-La televisión no inventó a los dinosaurios.
Repuse.
Mi compañera pareció a punto de replicar, pero tomé su delicada mano y descargué los dulces restantes en ella.
-Te los regalo. Por ser la mejor amiga más divertida del mundo.
Hablé.
Chelle llevó su mirada a los caramelos que ahora reposaban en su palma, luego la dirigió a mí y mostró una sonrisa tímida. Se acercó y besó mi mejilla con rapidez. Un cosquilleo se gestó en el lugar que sus labios habían tocado y se extendió por toda mi cara, volviéndola de un color rojizo brillante.
Entonces, la voz de mi padre con el tono meloso que yo odiaba empezó a sonar sin que nadie la emitiera:
"Tira un beso a la cámara, Michelle, hazlo."
Cerré los ojos con fuerza, porque la angustia golpeó mi pecho, y en cuanto los volví a abrir me encontraba encerrado en la oscuridad de un pequeño cuarto.
-Mira el foco, Michelle, no llores.
Oí las palabras de Jeremy amortiguadas por las paredes y sembraron en mí tal pánico que cosechó la desesperación.
Corrí a la puerta y traté de abrirla pero estaba cerrada, así que empecé a golpearla con todas mis fuerzas.
-¡No, Papá! ¡A ella no! ¡Lo prometiste! ¡Chelle!
-Chelle...
Mi aterrorizado llamado salió como un suspiro de mis labios cuando me incorporé en la cama bruscamente.
Tomé mi cabeza entre mis manos mientras intentaba calmar mi agitada respiración, pero no había nada que pudiera atenuar los síntomas de uno de mis putos "sueños malos".
Miré por la ventana para encontrarme con la espesa negrura de la madrugada. Salté fuera del colchón y me vestí con prisa antes de bajar a la sala de estar. Estaba por mitad de camino hacia la puerta cuando fui consciente de que no traía las malditas llaves de la motocicleta conmigo, pero mi cuerpo entero estaba siendo manipulado por la impulsividad, así que no me detuve. Tomé de la mesada las llaves de Cody y me subí a su auto para aventurarme a algún lugar donde pudiera descargar o, en su defecto, apagar mi adrenalina.
Tiempo después, aparqué el vehículo frente a la casa de unos estúpidos de último año, porque sabía que ellos ofrecían fiestas todos los fines de semana y que prometían varias vías de destrucción en cada una de ellas. Me adentré al hogar, encontrándome con diferentes grupos de personas dispersos por la sala, pero aun sin el amontonamiento, la fuerte música y el bullicio volvían aquello un descontrol.
Me acerqué al lugar mas próximo donde divisé alcohol y me quedé allí por mucho tiempo. Tanto que, cuando las primeras personas se acercaron, las cosas ya empezaban a girar frente a mi visión.
-No puedo creer que atraparan a ese idiota haciéndolo en la biblioteca municipal.
La molesta voz de Matt llegó a mis oídos, provocando que un bufido se escapara de mis labios.
Lo que me faltaba.
-Y me refiero a que no puedo creer que lo hayan descubierto, hay demasiados rincones donde nunca podrías ser encontrado. Es más, hace unos años yo besé a una tonta de la escuela pública allí...
El chisme que relataba a sus amigos fue interrumpido en cuanto me vio.
Se quedó parado, midiéndome, pero al tratar de devolverle la mirada desafiante se dio cuenta que me costaba enfocar mis pupilas y sonrió con satisfacción.
Mierda.
-Hola, Bieber.
Gruñí.
Su tono arrogante no combinaba con las marcas visibles que mis golpes habían proporcionado a su cara.
-Pobre Bieber, tomando solo.
Observó con maliciosa alegría los múltiples vasos vacíos frente a mí.
-¿Qué carajo quieres?
Mascullé.
-Hablar. Solo hablar.
Dijo, pero mientras lo hacía alguien de su compañía agarró la parte de atrás de mi remera y me arrastró lejos de la silla.
-Mis amigos estaban ansiosos por conocerte.
Comentó sugerente.
Me retorcí, tratando de liberarme del agarre que me sostenía.
-Ahora...
Matt empezó a hablar de nuevo, pero antes de que terminara logré estabilizar mis pies en el piso y no dudé en impactar mi fuerte puño contra su boca.
Y el caos estalló.
La gente empezó a gritar más fuerte y a amontonarse alrededor de los imbéciles que trataban de atacarme. Logré esquivarlos unos segundos pero mi cerebro se estaba ahogando en el maldito alcohol y no tardó mucho en traicionar a mis reflejos, dándoles a mis contrincantes la ventaja. Pocos minutos después, me encontré en el suelo.
Me estaban dando la paliza de mi vida.
Con la lucidez que la experiencia me daba, quité con disimulo el cinturón de mis pantalones y, con la fuerza que el orgullo me prestaba, me levanté repentinamente. Empecé a golpear furiosamente a mis agresores con él.
No paré cuando vi la sangre manchar el piso, ni cuando las suplicas me pedían que lo hiciera. Solo pudieron frenarme a la fuerza dos oficiales de la policía que aparecieron. Antes de que ellos me arrastraran a un patrullero, di una última patada, gritando:
-¡A ella no! ¡Lo prometiste!
Love is Possible (Bieber is Back #2)
Tatiana Romina
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Love is Possible -《Bieber is Back 2》
Teen FictionJustin Bieber es un adolescente atormentado que anhela su propia destrucción. En la secundaria, se reencuentra con lo único de su horrible pasado que nunca quiso olvidar: Michelle Mileston, su mejor amiga de la infancia. Ambos se involucran en u...