Morgenstern |A.U|

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En un bar a las afueras de Londres, no todos disfrutaban de la noche. Había uno en particular que pasaba desapercibido entre la multitud, que en lo último en lo que pensaba era en divertirse.

Iba vestido como era habitual completamente de negro, siendo el único color que le acompañaba el plateado de su pelo y el marrón de su copa.

A pesar de no ser su bebida preferida estaba acompañado por una copa de whiskey, el único testigo de su derrota. A pesar de ser uno de los mejores, un grupo de siete  le habían sorprendido en una de las primera reuniones y lo único que le dio tiempo a hacer después de haber sido golpeado en algunos miembros importantes, era desaparecer en el acto. Y eso sumado a su fracaso por intentar localizar a Clarissa le hacía sentir los latigazos que le solía dar su padre por cada misión fallida.

"¿Quiere otra?" le preguntó la camarera indiferente.

"Sí"

No solía ser muy expresivo. Ni con alguien a quien despreciaba, ni con la única persona en el mundo que creía amar. Una cosa que jamás entendería de los mundanos era su afán por la expresión, inútil e innecesaria en la vida de alguien como él, siendo su única expresión una sonrisa macabra que asomaba cuando estaba realmente satisfecho o iba a estarlo. 

Esa noche no era ninguna de las dos y su humillación sumada a el dolor que sentía en el abdomen y el corte de el muslo, no ayudaban a que lo fuera.

Después de la que decidió que sería su última copa, se levantó abandonando el local sin levantar la más mínima sospecha sobre su persona. No quería que lo encontraran, no aún. Todavía tenía que atar algunos cabos sueltos para conseguir lo que una vez no pudo; acabar con el mundo tal y como lo conocemos. Y hasta conseguirlo debía de mantenerse en las sombras, para darles una pequeña sorpresa a aquellos que alguna vez subestimaron el poder de un Morgenstern.

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