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En cuanto los ojos de Sebastian se adaptaron a la escasa luz de la estancia en la que estaba, se dió cuenta de que se encontraba atado a una silla y que la estancia no era parecida a ninguna del Instituto. Con sus instintos alertas intentó hallar la estela que llevaba siempre consigo en sus vaqueros sin éxito. No sabía donde estaba y eso le inquietaba mucho más de lo que jamás iba a dejar entrever. Consiguió calmarse y plantearse su plan. No iba a permanecer allí mucho más tiempo, debía deshacerse de su agarre de inmediato. Mientras forcejeaba con las cadenas en un infructífero intento de escaparse, la puerta de la habitación se abrió de golpe desvelando a un Jace con ojeras que le marcaban las facciones de su cansado

-Jace suéltame-dijo entre dientes marcando con desprecio cada palabra.-¡Ya!

La mirada de Jace, apática e insensible, se tornó divertida. La insensatez del chico Wayland no fallaba nunca en incordiarle. No sabía lo que su padre veía en un cazador de sombras tan impulsivo e incapaz de pensar coherentemente.

-Te soltaremos pronto-dijo cuando por fin se decidió a pronunciar palabra.-Magnus debe realizar el hechizo contigo despierto, bella durmiente.-por primera vez desde que había entrado su sonrisa se reflejaba en sus ojos ámbar que brillaban con una ferocidad espeluznante.

El brujo volvió a la sala con tiza en mano y comenzó a trazar dibujos no nephilim alrededor de Sebastian. Este lejos de estar confuso pareció divertirle la situación. Si hacían el hechizo su madre, Lilith, no tardaría en darse cuenta de su situación de auxilio. El suave murmullo del brujo que llenaba el silencio de la sala cesó en cuanto una sustancia oscura empezó a desperdigarse hacia el centro del dibujo de tiza.

-Jace-le susurró Magnus-esto no lo he hecho yo-la mirada divertida de Jace se tornó preocupada.

-¿Qué es esto?-murmuró intentando que no lo escuchase el rubio platinado.

Mientras ambos intentaban buscar una solución a la sustancia viscosa que ahora se hallaba aumentado su altura, Sebastian soltó una risotada que les tomó desprevenidos.

-Me gustaría presentaros a mi madre, Lilith, soberana de los infiernos- carcajeó con un ápice de maldad.

En cuanto la sustancia negruzca del suelo fue tomando forma, una mujer demonio les encaró con sus ojos serpenteantes.

Y entonces lo supieron, estaban acabados.


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Este capítulo se lo dedico a mi compañera de risas, palabras enrevesadas y deseos comilones @esloquehayyyy

También a @GiselleBarroso y @VerenaMorgenstern11 muchas gracias por comentar y votar la novela no sería lo mismo sin vosotras ☺️ 

Morgenstern   |A.U|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora