Morgenstern |A.U|

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El Instituto de Berlín no era como Sebastian se lo había imaginado. Las calles que conducían al edificio estaban llenas de grafitis, el cielo gris amenazaba con lluvia y la gente hacia caso omiso a los caminantes.

El edificio del Instituto no era tan distinto a como él se lo imagina. Era de un tono grisáceo y estilo barroco. Las puertas de madera maciza invitan a entrar a lo que parecía ser un oasis del caos metropolitano de Berlín. Era consciente de que no iba a ser bienvenido, tenía claro las preocupaciones que inundaban a los  nefilim tras la última aparición publica de un Morgenstern. Pero no todos le habían visto la cara, un alivio para su tapadera como herido en combate. Por ello se armó de sus mejores atributos y llamó a la puerta alegando necesitar asilo.

Una vez fue presentado ante el líder del instituto y haberle explicado su arduo viaje hasta la capital Alemania, procedío a seguir adelante con su plan.

Abandandonó el edificio horas más tarde con la seguridad de las armas concedidas por Kris König, un residente que nada tenía que envidiarle al ego de Jace, y que decidió hacerle de guía por el  mercado de magía negra cerca del Gendermenmarket. No era la  mejor compañía para su misión pero no puedo mostrar su enfado durante el camino. El instituto le había proveído no solo armas, comida y descanso, también la cura a heridas graves que se había hecho durante el camino y no parecían mejorar con ninguna runa. Necesitaba estar en excelente forma física para capturar al Downwordler que tenía la llave para encontrar el libro. No podía fallar en la primera fase.

En cuento llegaron al mercado y se dehizo de Kris se puso en marcha por los estans para encontrar a Hall Genk, la persona que poseía el conocimiento sobre el libro. The Book of the Dead había pertencido a su familia durante generaciones hasta que un antepasado sobreprotector decidió esconderlo en el "sin fin" del mundo. Había estado estudiando sobre ello y la maldición de su familia. Hablaban en códigos, no expresaban más que frases aleatorias que había que reformular para entender su significado oculto. Avistó a Hall enfrente de la estatua central del mercado y se acercó a zancadas a su única oportunidad de hacer realidad su cometido. 

No encontraría escapatoria en la inmensidad del mercado, nadie escapa de un Monstegenstern.