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Sebastian se despertó aquella mañana con una nueva sensación en el pecho, desconocida y que crecía con cada nuevo latido de su corazón.

Había amanecido con sus brazos envueltos en una adormilada Clarissa, su cabello rojizo esparcido en la almohada que compartían y sus manos fuertemente presionada en las suyas.

"Clary" dijo contra su oído tras pasar un rato observándola.

"Umm"

Una risotada se le escapó al verla despertarse. Su pequeña figura se giró para quedarse frente a él. Se miraron y se sonrieron. Jamás se había sentido así de pleno con su cabellera pelirroja apoyada en su pecho. Permanecieron así el uno junto al otro minutos. Sebastian, temeroso de que Clary pudiera oír el descarrilado ritmo de su corazón, le plantó un pequeño beso en el pelo y le animó a levantarse.

"Nos quedaremos sin desayunar y nos pillarán durmiendo juntos"le dijo mientras le comenzaba a dejar besos por el cuello consiguiendo sonsacarle una sonrisa.

"Vete antes de que te vea Jace" murmuró divertida. "Te veo en la cocina."

Se levantó de la cama desganado y unió sus labios una vez más antes de marcharse.

"Later"

Cerró la puerta sin hacer ruido, se dibujó una runa silencio para no hacer ruido al pasar por el dormitorio de Jace y cerró la puerta de su habitación en cuanto entró. Se tumbó en la cama repasando los eventos de la noche anterior. Sus labios en los suyos y sus cuerpos fundiéndose el uno contra el otro, si Clary no se hubiese quedado dormida en medio de tan fogoso ajetreo no sabía si podría haberse contenido.

Se levantó de la cama, nada como una buena ducha para despejar la mente.

Salió con la toalla envuelta en sus caderas. Mientras buscaba la ropa que le había prestado Alec se desplomó en el suelo. Temblores le recorrían el cuerpo cuando perdió el conocimiento.

"¿Dónde estoy?"

La estancia en la que se encontraba distaba mucho de la suya en el Instituto, parecía aquellas mazmorras donde su padre encerraba a los Downworlders. Confuso y sintiendo el peso de la desesperación encima se levantó y se dirigió hasta las rejas.

"Pensabas que te escabullirías tan fácilmente" la voz de su padre retumbó en las paredes. "No puede legar a ti cuando estás en el Instituto, no físicamente, pero siempre poder jugar con tu mente" su voz le hacía temblar.

"Sirvo tu propósito padre, sin mi tu causa estará perdida."

"Eres una patética excusa de hijo, pero nunca olvides que eres sangre de mi sangre, una parte de ti estará por siempre unida a mi, eres mi creación"


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Muchísimas gracias a Amaliaroso05 

También a los demás que comentáis y votáis, la novela es lo que es gracias a vosotros.

Hasta el próximo capítulo.


Morgenstern   |A.U|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora