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Sebastian se despertó siendo consciente de que dormía en una cama que distaba de ser la suya. Se deshizo del edredón que cubría su torso marcado por morados que le había propinado Jace. Pasó su cálida mano recorriendo el mismo camino que recorrían los sueves dedos de Clary mientras le trazaba un iratze para calmar el dolor. Consciente de que perdería la cabeza por ella si continuaba fantaseando con ella decidió examinar la habitación a la que había sido conducido, a regañadientes de Alec, ayer noche.

La habitación, minimalista y de muebles de caoba negra, parecía seguir la temática del infame Instituto de Brooklyn. Los grandes ventanalas dejaba entrever la nube de contaminación que acechaba a la ciudad. La luz de los coches se reflejaba en el enorme espejo que ocupada la pared izquierda al lado de la puerta del baño. Un sentimiento de incertidumbre le recorrió el cuerpo. Incapaz de pensar en algo más que hacer se dirigió al baño necesitado de una ducha. 

El agua fría le trazaba un recorrido por el cuerpo

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El agua fría le trazaba un recorrido por el cuerpo.  Bajo el agua reorganizó su plan, sus pasos y los siguientes avances que debía llevar acabo en los próximos días. No llegó a tocar el tema de Jace porque fué interrumpido por el sonido de su teléfono móvil.

"¿Si?"  farfulló en cuanto abandó el comfort de la ducha.

"¿Dónde coño te has metido?" la voz de Valentine distaba mucho de ser cariñosa. "Te dije que volvieras, la caza de Downwordlers no se hará sola."

Sebastian era consciente del enfado que denotaba el tono de voz de su padre. Pero se armó de valor y le respondió como nunca antes lo había hecho.

"Estoy con Clarissa y si no quieres que te odie aún más de lo que ya lo hace y colabore en nuestra causa, cállate la puta boca"  lo último lo susurró consciente de lo que se podía encontrar al volver a casa.

Colgó al no escuchar una respuesta. Lo último que escuchó fue la sonora respiración de su padre que le hacía temblar en el sitio.

Abandonó la habitación una vez se hubo colocado la rasgada camiseta negra manchada de sangre, sus rotos vaqueros negros y las botas que completaban su look desaliñado. Se pasó la mano repetidamente por su cabello platinado mientras daba vueltas por las grandes estancias del Instituto en busca de algo que pareciese una cocina. Cuando finalmente se adentró en lo que parecía serlo se dió cuenta de que en la encimara se encontraba el gato negro que había visto antes tumbado en el tejado. Se acercó a él para cambiarlo de sitio pero se sorprendió al descubrir que no estaba solo.

"Yo no tocaría a Iglesa" farfulló un malhumorado Alec "Tiende a morder y arrañar a los desconocidos."

Sebastian se giró para saludarle a pesar de que ambos no habían empezado con buen pie. Los ojos azules de Alec le escrutinaban de arriba abajo dedicando especial tiempo a su camiseta bañada en sangre. Suspiró antes de abandonar la cocina con paso acelerado. Volvió al rato con una camiseta blanca y una chaqueta negra en las manos. 

"No soporto verte bañado en sagre" le tendió la ropa. "Tóma cámbiate."

Consciente de que la mirada de Alce no abandonaba su persona, se quitó la camiseta para tirarla a la basura cercana. Le divertía saber que le incomodaba ver su torso desnudo. Sonrió para si antes de deslizar la prenda blanca y colocarse la chaqueta de cuero. No era precisamente su estilo pero le serviría mientras estuviera en el Instituto. 

Necesitaba verse lo mejor posible, su carisma le ayudaría a recuperar a su hermana. No tenía ninguna duda al respecto. 


Morgenstern   |A.U|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora