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Siento el retraso!! He estado de viaje y me ha sido imposible escribir antes.

Decidme en los comentarios vuestra opinión del capítulo.

Espero que os guste.


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Sebastian

Sin lugar a duda este era el momento decisivo. Toda su vida había estado deseando estar con Clarissa pero no había planeado tal desenlace. Los recuerdos de ella le azotaban, le dejaban dudoso de su siguiente paso.

Lilith no le quitaba ojo, su preciado hijo debilitado y febril, su aspecto más parecido a alguien en el lecho de muerte. Su preocupación, aunque genuina, no le mantendrá pegada a su cama. Debía tomar cartas en el asunto.

Su instinto maternal no era nada común entre los de su calaña. Sabía que debía tomar cartas en el asunto.

Su pequeño estaba sumergido en un entramado sueño profundo con Clary como protagonista del mismo. Sus recuerdos le calaban en los más profundo de su ser. Su mente inmersa en la dualidad que se formaba en él. El nexo de Jace era demasiado fuerte y el joven Morgenstern perdía la batalla.

Aún sumido en su profundo sueño podía escuchar los quejidos inhumanos de su figura materna. No podía pronunciar palabra, cualquier movimiento le suponía un sobre esfuerzo.

Su batalla interna por el control le dejaba sin un ápice de fuerzas. Tenía las horas contadas. Se agarraba con gran intensidad al hilo de la vida. El ángel Raziel se le había aparecido en sus sueños febriles, anunciando lo considerado "justicia divina". Se desharía la abominación, la creación del nephilim con sangre demoníaca llegaría a su fin.

Su noción del tiempo se nubló en cuanto su consciencia abandonó su cuerpo. Se visualizó a sí mismo antes de entrar en la suma oscuridad. La nada le envolvió en segundos y fue entonces cuando supo que se había acabado, su final había llegado.


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Lilith

-¿Qué has hecho con él Raziel? ¿Qué has hecho con mi hijo?- sus gritos inundaban la estancia.

- Si merece vivir, vivirá.- su voz impasible solo conseguían enfurecerla. -Si la sangre nephilim consigue imponerse sobre la demoníaca que le fue implantada vivirá. No gastes tus lágrimas en algo que no merece la pena, le perderás igualmente.

La incipiente preocupación transformó su frío semblante.

Si Sebastian sobrevivía, sería distinto pero si perdía a aquel que consideraba su hijo, jamás se lo perdonaría a sí misma.

Morgenstern   |A.U|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora