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Sintió como alguien había llegado y estaba parado al lado suyo. Pero no le dio importancia. Por el perfume que había llegado, sabía perfectamente que era Ginny. Sin embargo ella siguió mirando hacia la ventana.

- Debo asumir que hoy no te ha ido como esperabas... ¿no?

- Qué inteligente de tu parte.

La pelirroja no le contestó. Sabía que vendría la disculpa como también sabía que no quería pelearse con ella también.

- Lo siento, Ginny. No es tu culpa. Pero no tengo ganas de hablar de eso.

- Está bien, Hermione. Pero ya sabes... me iré a dormir, aunque si quieres, puedes despertarme para hablar.

Hermione negó con la cabeza.

- No lo haré. Hoy puedes dormir tranquila.

Ginny se dio media vuelta y emprendió el camino hacia su cama. Cuando ya estaba acostada, escuchó:

- Gracias de todos modos.

- No hay de qué.- le dijo Ginny en un susurro. Puesto que las demás chicas ya estaban dormidas.

Hermione se quedó toda la noche contemplando lo que se veía desde la ventana del dormitorio de chicas.

Las palabras sonaban una y otra vez en su cabeza.

"Estaría pudriéndose en Azkaban. Al igual que tú." "¡Que estés muerta es lo que más deseo!" "Me has dado, me das y siempre me darás lástima." "Pues ya no quiero ni tocarte." "¿Por qué piensas que te besé en la Torre de Astronomía?"

"Eres una idiota." "Orgullosa." "Me has dado, me das y siempre me darás lástima." "Al igual que tú." "Lástima."

Hermione apoyó la cabeza en el vidrio frío y cerró los ojos al mismo tiempo que un montón de lágrimas comenzaron a caer de ellos.

"Lástima". Nunca le había sentido 'lástima'. ¿Por qué había dicho eso? ¿Era idiota, o qué? Él tenía razón, era una idiota, hecha y derecha.

Se arrepentía tanto de todo, pero él también la había tratado mal. Y él había comenzado. Por favor Hermione, deja de comportarte como una niña.

En cuanto vio que ya se estaba haciendo de día, se levantó y se puso su uniforme de siempre. Estaba tan estresada que ni siquiera pensó en ir a acostarse. El frío del vidrio le hacía bien. Podía respirar más tranquila. De todas formas, no pensaba acostarse para estar dando vueltas entre las sábanas toda la noche. Ella sabía que no iba a poder dormirse. Después de terminar de arreglarse un poco, tomó un pergamino y escribió lo más rápido y prolijo que pudo:

- Ya he bajado a desayunar. Si no me encuentras en el Gran Comedor, espérame allí. Te alcanzaré para ir a clases.

Hermione salió por el retrato de la Señora Gorda y se dirigió al lugar más pacífico de todo el Castillo, la Torre de Astronomía. Deseaba no encontrarse con nadie, y muchísimo menos con Draco. Aunque pensándolo bien, sería bueno encontrarlo. Tenía muchas ganas de pedirle perdón.

Unas sinceras disculpas.

Cuando llegó, no había nadie. Pero de todas formas, se acordó de Malfoy. Ya no podría ir nunca más allí sin acordarse de él. Eso era seguro. Se asomó y se apoyó en la baranda. Desde ahí tenía la mejor vista que uno podría imaginarse de Hogwarts. Se veía absolutamente todo. Y ahí se quedó. Contemplando el amanecer.

Después de que el viento la llenara de tranquilidad, o al menos de un poco de paz, decidió ir a desayunar.

Estaba por entrar al Gran Comedor cuando vio que desde el otro extremo del pasillo, venía caminando Malfoy con su inexpresiva cara de siempre. Aunque ella, ahora, lo veía diferente.

Nunca Lo Hubiese ImaginadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora