Mi mente estaba apagada casi por completo. Siento la puerta de mi habitación abrirse. No, quiero 5 minutos más.
-Buenos días, princesa. ¡A levantarse! –decía mi mamá con ímpetu.
-Es muy temprano –reclamé.
-¡Es día de colegio!
-Ah, verdad...
-¡Primer día!
-Ya. ¿Puedes dejar de gritar?
-¡No!, hasta que te levantes...
-Okay.
-¡APÚRATE!
-¡OKAY!
-No me grites que no estoy sorda –. ¿Es en serio? –. Ya, vamos. Apúrate.Luego de que mamá se retirara, miré el techo.
-¿Pero qué acaba de pasar? –me dije.
Me apresuré en vestirme porque me dio hambre. Moví la cabeza de aquella ardilla que tengo en mi repisa, de juguete claro, con ojos morados. Me recuerda siempre a Matt. Salgo de la habitación y me dirijo al comedor.
-Gracias por servirme el desayuno.
-De nada, hija.
-Por fin dejaste de gritar.
-¡MENTIRA!
-'Ja ja ja' –le dije sarcástica.
-Come, que vas a llegar tarde.
-Conozco a mis compañeros. Es cuarto año consecutivo que voy con los mismos, con suerte se va uno y vienen dos nuevos, siempre es así y espero que se mantenga.
-Bueno. A veces la suerte se te puede ir en contra. Ya... Apúrate para ir a dejarte.
-Ya terminé.
-Comes rápido –respira hondo –. ¡Apúrate!
-¡YA TERMINÉ!
-Vamos al auto, no quiero que llegues tarde a tu primer día de clases.
-Vale –dije saliendo camino a sentarme. Subí.Mamá encendió la radio. Primer día de clases. Siempre que voy hacia allá, me imagino a compañeros nuevos. Es inevitable en mí. Pensar cómo son física y psicológicamente. También en sus habilidades como si es bueno en el canto, dibujando y así. Quizá mi grupo de amigos sea más grande. Hemos llegado al colegio. Bajamos juntas como suele ser común cada primer día. Caminamos hacia la puerta de mi curso viendo a los niños presentándose mutuamente como uno cuando tenía esa edad.
-¡Hola! –me dijo Josefa alegre.
-¡Ah! ¡Jo! –nos abrazamos como si hubiera pasado siglos sin vernos, y eso que ayer nos habíamos juntado.
-¿Cómo estás? –me preguntó.
-Emocionada. ¿Y tú?
-Adiós, hija –nos interrumpió mi mamá.
-Adiós –se fue después de darme mi abrazo. Por fin con mis amigos.
-Eh, bien. Algo triste –retomó Jo.
-¿Por qué?
-Se fue...
-Oh. Vas a encontrar a alguien mejor.
-Quizás... –me miró con su sonrisa pícara. Esto merece que me lo cuente.
-Estás... ¿Estás con él?
-¡Sí! Es muy tierno. Pero dijo que no podía seguir en el colegio.
-Hmm. Relación a distancia. Pero, ¿y si...?
-Confío en él.
-Ah, vale. ¿Hay nuevos?
-Sí, un hombre y se fueron dos de nuestros dibujantes.
-Ahora solo quedan cinco. A no ser que el nuevo sepa dibujar.
-Lo dudo.
-Entren –dijo la profesora.
-¿Nos sentamos jun....?
-Sí –se adelantó –. Ahí... Esa es mi mochila.
-Hola, Roth, ¿cómo has estado? –me preguntó Fernando.
-Vaya. Hola –sonreímos –. Bien ¿y tú?
-Bien gracias. Estás... alta.
-En el recreo hablan. Ahora las presentaciones –dijo la profe seria –. Después hablamos, Fer.No era solo un nuevo. Mientras algunos se presentaban, Jo escribía en una hoja los lindos momentos en las vacaciones que pasó con Ricardo. Un nombre más para adulto en mi opinión, así que le decíamos Rick.
-Es recreo, salgan por favor –dijo impacientemente la profe.
-Roth, hay alguien afuera que dice que te conoce –me dijo Fer curioso y preocupado.
-¿Ah, sí?
-Hola, Roth –me decía un joven con pelo negro y ojos azules. De alguna u otra manera su voz se me hacía conocida.
-Hola. Lamento que no te recuerde. Pero, ¿quién eres? –pregunté avergonzada. Él mira hacia abajo. Pero luego con una sonrisa forzada me responde.
-Soy Matt, creía que te ibas a acordar de mí –. ¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Qué hace él aquí?
-Oh, lo... lo lamento. Es que ha pasado ya tiempo desde la última vez que nos vimos.
-Ja –sonríe dulcemente –. No tienes por qué sentirte así. Tienes razón, ha pasado tiempo –suspira –. Sigues igual de tierna que hace 3 años –. Oh... ¿Qué está haciendo?
-Ah... Gracias. Uhm, no es por ser descortés, pero... ¿qué estás haciendo aquí?
-¿Te molesto?
-Ah... No, claro que no, solo que no acostumbro a tener visitas de este tipo.
-Ja –sonríe –, no me molestaría hacerlo siempre –. Me quedo mirando sus profundos ojos azules. Sigue siendo la misma persona cortés que yo conocí –. ¿Te incomodo?
-Te dije que no.
-Entonces, ¿por qué me miras con deseo? –, ¿qué?
-¿Ah? ¿A qué te refieres con deseo?Me miraba y se reía. Sí, me incomodaba un poco estar con él, pero era porque mis compañeras me hacían señas de coqueteo. Idiotas.
-Parece que eres un poco inmadura para entender a lo que me refiero.
-Oh. Lo siento, señor hijo de Tutankamon proveniente de los egipcios –dije bromeando.
-Hmm –ríe –. Qué tierna eres.
-Uhm... –Me sonrojo –. Ah, gracias. Y gracias por lo del 2010 en serio, muchas gra... –se me acercó y sus labios estaban junto a los míos... Me estaba besando.
-Hmm –se separa –. De nada.-¿Perdón? –dijo Fer sorprendido.
-Vaya. No sabía que tenías novio –dijo Matt, su tono era de molestia.
-No tengo.
-Creía que sería para entregarte algo –respondió Fer.
-Sí, le entregué algo, una visita. Que, a causa de tu interrupción, se acaba...
-Ja –sarcástico –. Oh.. Lo lamento, no quería interrumpir su escena de amor -respondió.
-Es momento de que te vayas –me dirigí a Matt –. No es por ser mala contigo, pero es mejor –. Además necesito hablar con mi amiga.
-Sí, incluso tú no puedes estar aquí –decía mirando a los ojos a Matt.
-Uh –amenazante –. ¿Quién dice? –. ¿Por qué ese tono? ¡En qué está pensando!
-Eh... No lo sé –y dice satisfecho –la dirección del colegio. ¿Quizás?
-En eso tiene razón. Si te ven te pueden retar –mi tono parecía preocupante.
-Tranquila, Roth, tengo la autorización de su misma directora.
-Oh –dijimos Fer y yo a coro.
-Así que ningún inspector me podría decir algo en mi contra. Ahora, con todo el debido respeto –suspira mirando su reloj –, me tengo que ir. Adiós, Roth. Fue un agrado esta visita por una parte –mira a Fer –. Y hubiera seguido siendo encantador. Adiós –se retiró. Veía como se iba... ¿QUÉ ACABA DE PASAR?
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Subastada? INITIUM [Visión Roth Montalva] I **CORRIGIENDO**
RomanceFui engañada por mi propia sangre para caer en el mercado negro de las subastas. Mis 23 años fueron el sello de mi libertad. No entiendo por qué tanto interés por mí. No, Matt, no me dejaré domar tan fácil aun cuando pagaste por mí un billón de dóla...