Capítulo 26: Tengo miedo

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Indiana en multimedia:3

*5 días después de su cumpleaños*

(...)

Me desperté por el sonido de la alarma.

Es el primer día de clases.

Giré sobre mi cara, había algo duro a mi costado. Abrí los ojos como platos.

Daniel.

—¡Hey! —susurré y empecé a darle golpesitos— ¡Daniel!

Daniel empezó a abrir poco a poco los ojos.

—¡Alexiiiiiis! —gritó mi madre.

—¿Sí, mami?

—Ya me voy, ¿te llevo?

—Noo, me llevará alguien.

—Vale, chau. Te amo  —escuché el sonido de la puerta, ya se había ido.

Daniel abrió los ojos al instante y se levanto, le miré mal.

—Me quede dormido —susurró.

—¿En serio? Críe que estaba matando unicornios con los ojos cerrados —rió y se acerco provocativamente a mí.

Daniel esta teniendo un serio problema con venir a mi casa siempre, y siempre que viene trae una rosa; de lo cual no me quejo porque son muy lindas. Nos estamos conociendo un poco más y me da miedo porque siento que en estos seis días él ya me conoció por completo, y yo no sé nada de él.

Bueno, tal vez que es un poquiiito controlador.

—Toc toc —dijo golpeando mi cabeza—, ¿estas ahí?

—Sí —fruncí el ceño, él de volvió a tirar en mi cama—. Si mi mamá se entera te m...

—No se enterara —fue al baño y empezó a sepillarse los dientes.

Reí.

Esto es demasiado, tiene hasta una pijama aquí. No puede quedarse más.

Empecé a buscar ropa en mi armario. Un jean a la cintura, un crop top negro y Vans rojas.

Daniel salio del baño y entré yo a bañarme y cambiarme.

Cuando me estaba cepillando los dientes escuché que empezó a abrir el ropero.

Salí del baño.

—Te viste como una adolescente —dijo.

—Soy una adolescente —cogí una mochila y metí mi horario y los cuadernos de hoy.

—Sí, lo siento —se rasco la cabeza—. Es que estoy acostumbrado a estar con universitarias —arquee una ceja.

—Oh, mira que interesante —me miraba mucho y movia sus manos.

—No te pone celosa, ¿no? —reí— ¿Ese es un no?

—¿Por qué tendría que estar celosa?

Me miré al espejo, aún tengo cara de sueño.

—¿No te maquillaras? —preguntó, fruncí el ceño.

—No —hizo una mueca mueca con la boca—, ¿estas bien?

Puso sus manos en la cabeza y empezó a caminar en círculos, me acerqué a él.

—Daniel —le toque el brazo, Daniel me miró a los y me cogió por la cintura, pegándome mucho a él—, ¿Qué pasa? —me miraba a los ojos, y sus ojos eran muy expresivos. Era como si estuviera asustado o nervioso.

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