Capítulo 31: Escuadron perras

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(...)

Ayer Daniel no apareció en mi habitación.

Es espantoso que aparezca siempre, pero ayer sentía que lo necesitaba.

Vale, ni siquiera me ha llamado o algo ¿querrá que lo haga yo?

-¿Quieres ir por papa? -preguntó Arian.

Estábamos en hora de almuerzo, y yo andaba muy ida. Ni siquiera sabia de que estaban hablando.

-¿Ah? ¿Papa? -pregunté.

-¿Estas haciendo dieta? -preguntó Lucas.

-¿Estas insinuando que debo hacerla? -bromee, alzando una ceja, todos rieron.

-Bueeeno - dijo, sonriendo, le golpee el hombro.

-¿Estas bien? -preguntó Indiana.

-Sí, estoy bien -sonreí-. Iré al baño.

Me levante de la mesa en donde todos estábamos sentados y me dirigí al baño.

Cuando entre pude reconocer a un cuerpo, que estaba de espaldas.

-¿Franklin? -pregunté, no volteo. Me acerque a ella y le puse mi mano en el hombro.

Tampoco volteo, así que tuve que hacerlo yo.

Sus ojos estaban rojos y su párpado móvil inchado, había estado llorando.

Pero, ¿por qué?

La miré a los ojos y ella empezó a temblarse, queriendo llorar.

La abracé y ella lloro mucho más. Cuando empezó a calmarse, dijo:

-No se lo digas nadie -su respiración era entre cortada. La aleje un poco para poder visualizarla mejor.

-¿Qué ha pasado? -ella volvió a llorar.

Por suerte no hay nadie en los baños.

-Lu... Lu -tartamudeo, sollosando.

-¿Lucas? -asintió, mientras se sonaba la nariz.

Catalina hija de la gran...

-¿Qué ha pasado con Lucas? -pregunté, frunciendo el ceño.

No obtuve respuesta, hasta minutos después, cuando ella se calmo por completo.

-Lucas corto conmigo -dijo, mientras miraba un punto fijo en la habitación.

Sentí un pizca de emoción, enojo y tristeza. Sabía porque sentía todas esas cosas, pero por un momento Daniel paso por mi cabeza y todo eso se borró.

Joder, ¿por qué Lucas a echo eso?
-Joder, lo siento -dije, y volví a abrazarla. Ella solo inhalaba y exhalaba, tratando de no volver a llorar.

-Gracias, Alexis -dijo, sonriendo, le devolví la sonrisa.

Me sentia mal, una completa hipócrita.

Se alejo de mí, y se sentó en el tocador.

La puerta del baño se abrió.

Mayra.

Oh, joder. No ahora, cabeza hueca.

-Mayra, sal del baño -dije.

-¿Por qué? -preguntó con voz chillona- Solo quiero verme en el espejo, y contemplar cuan perfecta soy.

Franklin de bajo del pupitre y se empezó a acercar a ella, hizo un movimiento brusco y le quito su bolso.

-¡Este es mi caset! -gritó, mientras sacaba la funda de un celular, que sobresalía del bolsillo del bolso.

Abrí los ojos como platos, y Mayra sonrió con amargura.

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