Capitulo 27: Coqueto de naturaleza

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Lucas en multimedia🐕


Con solo escuchar su voz todo mi pequeño porcentaje de olvido se fue al diablo.

—Llegaré tarde a clases, Lucas —dije frunciendo el ceño.

—Sí, yo también —me miraba a los ojos haciendo que me ponga nerviosa—. Solo quiero hablar un momento.

—¿De qué? —arquee una ceja— No tenemos de que hablar.

Dio un paso hacia mí, y yo uno hacia atrás.

—Sabes que sí —dijo juntando sus cejar en forma de preocupación.

—Sé que estoy llegando tarde a literatura —dije revisando mi horario.

—Alexis, solo escuchame un momento.

—Te estoy escuchando ahora mismo —dije mirándolo a los ojos.

—Bien —tomo aire—, sé que he sido un tonto ul...

—¿Solo tonto? —lo interrumpí.

—Vale, un idiota —dijo—, pero...

—¿Solo un idiota? —lo volví a interrumpir.

—Pero quiero pedirte perdón, porque probablemente haya sido más hijo de puta contigo que los los otros —dijo, dando un paso más hacia mí.

—Eh... —miré a todos lados sin saber que decir

—Mira sé que lo que paso en esa habitación te ha dejado tauma...

—¿En cuál? ¿En la que te vi teniendo relaciones con Franklin o en la que estabas a punto de tener relaciones con alguien que no era Franklin? —dije cruzando los brazos. Lucas sonrió.

¿De qué cojones sonríe?

—Vale, lo siento por las dos cosas.

—¿Sabes quién merece una disculpa?

—¿Quién? —preguntó doblando los ojos.

—Franklin —Lucas frunció el ceño.

—Ella no sabe nada.

—Pronto lo sabrá —dije—, ¿crees que Catalina no se lo contará?

—¿Por qué lo haría? —reí amargamente pero Lucas aún tenia gesto de esperar una respuesta.

—Porque esta enomorada de ti, tonto —Lucas sonrió.

—Te viste linda cuando dijiste: tonto —solto una risita.

¿Es coqueto de naturaleza o...

Caminé hacia la puerta, ignorándolo, cuando de pronto sentí en la mano de Lucas en mi brazo. Me agarraba muy fuerte.

Voltee a verlo, enfadada.

—¿Por qué siempre me agarras así? —fruncí el ceño.

—Porque no puedo cogerte la mano, o ¿sí? —doble los ojos.

Me solté de su agarré y salí de esa habitación, Lucas venia atrás de mí.

—Deja de seguirme —le dije, cuando se puso a mi costado.

—No te estoy siguiendo, engreída. Tengo las mismas clases que tú —sentí que mis mejillas se ruborizaban.

—¿Has visto a los chicos? —pregunté, para disimular mi vergüenza.

—No vinieron —dijo sacando su celular del bolsillo.

—¿Qué?

—Lo dijeron en el chat —me miró a los ojos—, quizá no se te enteras porque no se te da la gana de contestar ningún mensaje —dijo guardando su celular.

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