Capítulo 12- No quiero hablar de eso.

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Después de salir del entrenamiento caminé a mi casa con calma y paciencia. Soy la única chica en el mundo que tiene un hermoso auto deportivo negro. Y se va a pie o en bus.
¡Yay!

(Sarcasmo)

Llegué a mi casa tipo seis de la tarde.

Nick me recibió con una nutella y fresas.

-¿Me vas a pedir algo?-. Sonreí.

El se rió.

-Nada... Solo te complasco con dulces-. Sonrió.

Frunci el ceño.

-Estas raro-. Lo apunté con el dedo.

-Juro que nada mas allá.. Si quieres me lo devuelves-. Sonrió.

-¡Ño! Mío-. Lo aparté de él. Se rió.

-Tuyo-. Sonrió y besó mi mejilla para intentar subir las escaleras.

Pero lo detuve.

-Gracias Nick-. Sonreí.

-De nada-. Respondió para irse.

Yo sonreí y me senté en el mueble.

Saqué mi celular para tomarle una foto y luego comer un poco. Me lo merezco.

Estaba entretenida viendo el celular cuando Nick me aparece por detrás y me roba un poco de nutella.

-¡Hey!

-Hola-. Sonrió.

-Eso es mío. Niño malo-. Lo golpeé de la mano. El se rió.

-Egoísta.

-¡Es nutella! ¡No se comparte!-. Elevé mis brazos. Para luego ambos reír.

Se sentó a mi lado y me abrazó muy fuerte.

-¿Por qué tanto amor?-. Lo miré. El negó con la cabeza bajando su mirada.- Dime, algo pasa.

-Nada.

-Nick-. Me crucé de brazos. El me miró a los ojos.

-Solo quería pedir disculpas.

-¿Por qué? ¿Qué hiciste?-. Me confundí.

-Aquella vez que salimos a la heladería dije cosas feas sobre que tu madre no te quería y todo eso. Y quedé intrigado por ella y le comenté a tu papá hace poco y solo me contó que no habías crecido con ella. De verdad lo siento.

Yo bajé mi mirada.

-Esta bien... Ya no importa-. Respondí queriendo cambiar de tema.

-Si importa. Es como tú te sientes.

-Pero...

-Puedes confiar en mí Kell-. Me interrumpió.- Si quieres hablar conmigo de como te sientas, estoy acá.

-No quiero hablar de eso-. Lo miré.- De formas muchas gracias Nick.

-Esta bien. No te preocupes-. Besó mi mejilla. Me abrazó haciendo que yo apoyara mi cabeza de su pecho y yo no lo aparté de mi. El solo besó mi frente y yo cerré mis ojos unos segundos.

-Nick...- lo llamé suave.

-¿Si?-. Dijo él.

-¿Haces mi tarea?-. Reí.

-Y ya voy corriendo-. Respondió sarcástico.

-Al menos ayudame.

-Te puedo ayudar a hacer otra cosa-. Me miró morboso.

Mariscal de Campo. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora