Biologic War

Cuartel General Estadounidense

24 de Mayo del 2000:

El helicóptero se tambaleo muy violentamente casi hasta perder completamente el control.

—¿Qué demonios fue eso? —grito el presidente.

—¿Qué fue ese gran estallido—dijo Michael de la ONU.

Edward sacó rápidamente unos binoculares y observo hacia atrás del helicóptero. Acto seguido quedo completamente perplejo.

—S-señor presidente —dijo al fin—Washington es historia.

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—Washington está completamente destruida.

—Déjame ver —dijo el presidente arrebatándole los binoculares.

Lo único visible ahora era una gran nube de humo, sin embargo se podía ver con claridad a través de ella. Lo único que quedaba era un gran cráter de cincuenta kilómetros de radio y una profundidad de cinco kilómetros.

El cráter tenía un color completamente negro y se podían observar los escombros de edificios y lo que antes solía ser la casa blanca.

El lugar estaba completamente irreconocible, parecía como si un meteoro gigante hubiera impactado contra la tierra dejando un gran cráter en su lugar.

—Esos malditos —gruño el presidente—. Acaban de destruir todo. No les bastó con asesinar gente y declararnos la guerra.

—¿Qué piensa hacer? —pregunto el Jefe Michael.

—Ir directamente al Cuartel General.

—¿Nos dirigimos haya? —pregunto el piloto.

—Lo más rápido que puedan —ordenó.

—Sujétense bien —dijo el piloto y presiono un botón.

El helicóptero comenzó a moverse bruscamente, las entradas comenzaron a cerrarse y las alas del helicóptero cambiaron por propulsores.

—Llegaremos en cinco minutos —dijo el piloto.

—¿Cómo es que tenían toda esta tecnología? —pregunto Edward.

—Las creamos en el Área 51 —dijo el presidente—. Muchos creen que ahí tenemos alienígenas y esas cosas, pero decidimos que no diríamos nada. Es una área restringida, no podemos dejar que nadie siguiera se acercara. A veces nos vimos en la necesidad de explotar autos con personas dentro.

—¡Pero siguen siendo humanos! —replico Michael.

—Unas cuantas vidas valdrán la pena por proteger esta tecnología —dijo el presidente—. ¿Qué pasaría si llega a caer en manos de los nazis?

El jefe Michael lo pensó e hizo silencio.

El helicóptero aterrizo y se abrieron las puertas.

—Señor presidente —dijo un hombre de traje robusto—. Somos conscientes de lo que sucedió en Washington.

—Denme los detalles —ordenó el presidente—. Estuve resguardado en un bunker y no me entere de nada. Solo vi como quedo Washington.

—Le daremos el informe adentro —dijo el hombre de traje—. ¿Quiénes son ustedes?

—Somos agentes especiales de la ONU —respondió Michael —. Yo soy el Jefe Michael.

—Agente Edward —se presentó—. Especialista en Tecnología.

—Agente Ryan —dijo dándole la mano—. Investigación.

—Los últimos dos son del departamento de investigación —dijo Michael—. Sus nombres son claves por si algo llegase a ocurrir. Ellos son mudos.