Capitulo 8 - El Profesor

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Alex POV

—Y bien, así damos por terminada la clase de hoy. Chicos, nos vemos mañana— Dice el profesor al mismo tiempo que todo mundo se retira del lugar.

Gracias al cielo ¿Podría ser este hombre más obvio? Durante toda la clase solamente me veía a mí. Es decir, no es que no esté acostumbrado a que la gente me vea por a) No saben si soy un hombre o una mujer b) Mi cabello de colores. Pero me incomoda mucho el c) Está insinuándose y quiere algo sexual conmigo. Sugerido obviamente por mi subconsciente. Acomodo mi mochila sobre mi hombro izquierdo, me levanto y al momento de darle la espalda a él, me detiene bruscamente tomándome del brazo y me atrae hacia su cuerpo.

—La química es mutua, Alejandro— Mantiene el mismo contacto visual, pero más intenso

—Profesor ¿podría soltarme? Está lastimándome— Mi voz comienza a sonar entrecortada.

—No finjas, Alex ¿De verdad crees que no sé que me miras todo el tiempo? ¿Crees que no sé que me deseas?

« ¿¡QUÉ!? Grita mi subconsciente» Este hombre necesita ayuda psiquiátrica de inmediato. Si lo miro es para poner atención a sus jodidas palabras, no para flirtear.

— ¡Que me sueltes, carajo!

Lo empujo contra el escritorio y se queda observándome. Hay algo obscuro en sus ojos. ¿Ira? ¿Lujuria? ¿O los otros cinco pecados? Pregunta mi subconsciente, aturdido por el comportamiento de este hijo de perra. Él se acerca rápidamente hacia a mí, al mismo tiempo que se desabrocha la bragueta del pantalón. Mierda, mierda, mierda. Este hijo de puta quiere violarme y no tengo la fuerza suficiente para luchar contra él, mis piernas se han convertido en gelatina. Aunque básicamente yo soy una gelatina andante. —Así me gusta, rudo. Salvaje— Dice entre dientes

Comienzo a forcejar contra él, y a pesar de que es delgadísimo; es más fuerte que yo ¡AAAHH! Todo esto es como una escena de una muy mala película de suspenso. Podría enterrarle mi lápiz en la yugular, pero soy muy joven para ir a la cárcel. Mierda ¿Qué hago?

Entonces escucho que alguien abre la puerta preguntando — ¿Estás aquí Alex?— Es la voz de la primera persona en la que pensé que llegaría a defenderme. Se queda sorprendido por un segundo y luego exclama: — ¿Qué crees que estás haciendo, hijo de puta?

Leo ha llegado y muy furioso, Se lanza a correr hacia donde estamos nosotros y empuja al profesor al suelo. Luego se acerca a él y comienza a golpearlo. Me apresuro a acomodarme la ropa y después a detener a Leo. Sigue golpeando al profesor y también es muy joven para ir a prisión. Debemos de salir de aquí ahora.

—Leo, salgamos de aquí. Por favor, ya vámonos— Le digo cuando estoy al borde de las lágrimas. Le tomo del hombro y con muchísima dificultad lo saco del salón, dejando al profesor Marcos casi inconsciente en el piso. En el pasillo el logra librarse de mi contacto y me mira con demasía frustración en sus ojos —Pero Alex, esto no se puede quedar así. ¿Te hizo daño?— Me toma de los hombros e inspecciona mi físico detenidamente. Joder, esa ha sido una de las experiencias más desagradables de mi vida. Durante el corto trayecto hacia el exterior de la preparatoria, no puedo evitar enroscarme al brazo de Leo, por más afeminada y bizarra que se vea la imagen, todo transcurre en silencio. Sin embargo me siento muy protegido y tranquilo a lado de Leo. Al salir de la preparatoria, le pido a Leo que nos detengamos. Tanto ajetreo melodramático me tiene agotado. — ¿Está todo bien, Alex? ¿Llamamos a la policía? ¿A la ambulancia?— Comienzo a temblar, todo el peligro ha pasado, pero la tensión de lo sucedido se me sube a la cabeza y estallo en lágrimas. Lo único que puedo hacer es abrazar a Leo. Él me sostiene más fuerte de lo que pensé que lo haría. Mi lado romántico me obliga a decir que este es el lugar al que pertenezco. Minutos después de desahogarme, me alejo de él y él me pregunta: — ¿Quieres buscar a Isa?

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