Capítulo 26 - Estás tan Loco

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No puedo decir nada, hoy ha sido un día lleno de revelaciones y todo este estrés está a punto de explotar... pero no puedo llorar frente a Isa... no quiero hacerle sentir mal... Necesito desaparecer del mapa. Necesito saber que estoy bien conmigo mismo, aunque está más claro que el agua que me siento tremendamente perdido. Oh Isa ¿POR QUÉ TÚ? Salgo del coche de mi padre, me dirijo hasta la puerta del lado de Isa y la abro, intentando ser caballeroso. —Nos vemos mañana, en la prepa— Digo en un hilo de voz. Ella asiente y sale, yo me quedo parado a su lado, sin dirigirle la vista. Al día siguiente no fui a la preparatoria.

De hecho, no fui en casi una semana, pero el último mes acaba de iniciar y ese es el punto crucial que define si termino la prepa o no. Voy a ser sincero: siento que he perdido a mis dos mejores amigos. Todo lo que conformaba mi pasado se va desvaneciendo poco a poco, por ende estoy desapareciendo yo también. No quiero pensarlo, pero esa ansiedad en mis muñecas ha regresado, no puedo siquiera concentrarme en la comida... y vaya que amo la comida. De todas las cosas que pudieron romperme fácilmente (Un intento de violación, violación, infidelidad. Etc. Etc.) y ninguna lo hizo. Obviamente tenían que ser Isabela, Leo o mi padre los que iniciarían el torbellino de emociones dentro de mí.

He cortado toda comunicación posible: Facebook, Twitter, Whatsapp... incluso Instagram. Isa ha venido a mi casa varias veces y siempre le pido a mi padre que le diga que estoy dormido o estoy en algún otro lugar. No quiero hablar con ella, no puedo. ¿Cómo pudo haber guardado un secreto así por tantos años? «Tú hiciste lo mismo— dice mi subconsciente» Tal vez sí... pero con la diferencia de que mi secreto no la implicaba a ella y que lo guarde por ¿cuánto? ¿Tres, cuatro años? ¡Ella lo hizo por casi siete años! Tengo que escribir... escribir algo... algo para desahogarme.

Sí, claro. ¡Una carta de desahogo que se convertirá en otra nota suicida!

Carajo, no. No lo creo... ¿O Sí?

Pensé que jamás sería capaz de estar molesto con mi mejor amiga. Ella jamás sería una razón para que mis sentimientos suicidas salgan a relucir. Pero me equivoqué. Casi siete años. No puedo creerlo... casi siete años enamorada de mí.

Podría estar hablando del suicidio como si se tratara de cualquier cosa, pero por que para las personas como yo lo es. Este asunto de la muerte me rebasa. Para otras personas es como si hubiera un dulce elefante rosa en el lugar y nadie se sentiría capaz de hablar sobre él. (Miranda Hobbes es mi heroína) Mi rutina diaria ha sido: Despertarme, darle una excusa a mi padre para faltar el día de hoy, fingir que estoy enfermo, intentar comer, llorar, llorar, llorar y dormir.

—Alex, Sé que tienes problemas con tus amigos, pero ya no puedes faltar a la prepa— Dice mi padre interrumpiendo la primera actividad no mecánica que hago: escribir en mi computadora.

—Lo sé, papá. El día de mañana iré...— Mi voz suena entrecortada, el asiente y se retira de la habitación.

En la preparatoria estoy sentado en una esquina casi invisible en la cafetería, puedo ver a Isa y a Leo sentados pero no se están dirigiendo la palabra, me pregunto sí ellos habrán hablado acerca de Lara y su desliz heterosexual. Carajo, el día de hoy no estoy en mi centro... bueno, casi nunca estoy en mi centro, pero desearía poder concentrarme al menos... ¿Por qué estoy preocupado? ¿Por qué me siento tan mal? ¿Es por Leonardo? Puedo olvidarme de Leo, joder, hay demasiados peces en este mar... aunque la mayoría son hetero. Mierda. ¿Y por Isa? Ahí está el problema... Sólo a mí se me ocurre la grandiosa idea de convertirme en el mejor amigo de la persona más... única, sin igual, de la persona más genial. ¡EXTRAÑO A MI JODIDA MEJOR AMIGA!

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