El sol que entra por mi ventana choca contra mi cara y me despierto tapándome los ojos evitando, no sé, quedarme ciego y nunca ver el final de esa serie dramática con la que estoy obsesionado. Hoy parece ser un bonito día a diferencia de los días pasados que hacía demasiado, demasiado frio. Son las ocho de la mañana y es sábado, así que no me preocupo por levantarme temprano. Hmmm hoy no tengo nada interesante que hacer por la mañana, nada de lo que pueda preocuparme. Me dejo llevar por Morfeo y duermo por dos horas más.
Me levanto, me siento frente a mi computadora y me doy cuenta que dejé abierta esa pagina porno que vi anoche. Mierda, espero que mi padre no la haya visto. Como hace muchísimo calor; decido bañarme. Durante la ducha, comienzo a recordar que en la tarde tengo que ir con Isabela para terminar los últimos proyectos del año de la secundaria. Oh, los malditos problemas de matemáticas... Si no los hago todos correctamente probablemente me reprueben la materia.
Me pongo lo primero que veo (como es usual) y bajo las escaleras. Busco en la sala, el comedor y en la cocina y mi padre no está, debe de estar en su trabajo (Como es usual) Me sirvo un poco de cereal con leche y almuerzo mientras veo Bob Esponja en la televisión (Como es usual). Dios, amo esa caricatura. Después de ver ese capítulo donde Bob Esponja se pierde en el abismo, regreso a mi habitación y me quedo un buen rato observándome en el espejo.
Madre mía ¿Eso es vello facial? No han pasado dos días desde la última vez que me rasuré y ya hay diminutos vellos en mi barbilla. Detesto de sobremanera el vello facial. Observo más a fondo mi cabeza redonda, mi rara nariz, mis ojos cafés y la hinchazón sobre ellos. Creo que debo dejar de llorar, he envejecido casi cinco años (Según Isa) Aunque me alegra saber que no soy el mismo mar de lágrimas que era hace tres años... Oh, hablando de ello: miro hacia el calendario que está al lado del espejo y observo que hoy es nueve de Enero del dos mil diez. Se cumplen tres años desde el suicidio de mi madre. Sólo uno más de los sucesos trágicos de mi vida.
He comprobado haber heredado las tendencias suicidas de mi madre. Mis muñecas y mi estomago han sufrido en los últimos 3 años. He estado internado en un hospital psiquiátrico a causa de eso. Decían que estaba cerca de que se le añadiera el término "maniaco" a mi depresión si seguía yendo por el mismo camino. Aún es una probabilidad.
Y es que desde la muerte de mi madre, no he podido resignarme. Ese dolor que sentí el día que me enteré de la muerte de mi madre, ese dolor que sentí el día que la vi en su féretro, sigue siendo el mismo que siento ahora mismo. Durante estos tres años he intentado quitarme la vida, pero no he podido hacerme un buen corte en las venas o no he tomado las suficientes pastillas o he sufrido el irónico temor de morir.
Es muy, muy raro tener tendencias suicidas a los quince años y que la causa de esas tendencias no sea el menosprecio de la familia hacia tu sexualidad, bullying o relaciones amorosas de sólo dos semanas de duración. Pero está decidido. Hoy es el día en el que iré a ver a mi madre... para siempre. Subo las escaleras, tomo una libreta y lápiz de mi escritorio y regreso para abajo. Estoy por sentarme en el sofá cuando una necesidad imperiosa me indica que debo escribir mi última voluntad en mi lugar favorito para leer, escribir, tomar fotos o comer helado: Fuera de casa.
Salgo y me quedo parado ahí, observando por un momento los arboles, las aves, los perros callejeros y a las personas caminar. Llenos, relativamente, de vida. Segundos después camino hasta la banqueta, donde se supone que debería estar estacionado el auto de mi padre y me siento, pongo a un lado el lápiz y papel, abrazo mis piernas y comienzo a analizar mi situación.
Me siento como en esas escenas de películas donde el protagonista se sienta en algún lugar concurrido de su ciudad y se queda estático, sin hacer nada, mientras que la gente camina, camina y camina en cámara rápida. Me encuentro de nuevo con esta crisis existencial. Muchas personas me toman de la mano, me miran a los ojos y me dicen —Todo va a estar bien, querido— Pero en el fondo yo sé que no. No sé qué hacer conmigo, no sé qué pensar y no sé cómo seguir adelante
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Twisted
Novela JuvenilEsta la historia de Alex: Un chico que nunca se resignó a la muerte de su madre y vivió durante años en una depresión que le provocaba sentimientos suicidas, pues siempre tuvo el deseo de estar junto a su madre, donde sea que ella estuviera. Entonce...