Carlos POV
Es el día de la liberación de Carlos y solamente Larissa lo recibe con un abrazo. La familia de Carlos es más que disfuncional. Sus padres están divorciados, Su madre vive en casa de su abuela mientras que su padre se la pasa en el trabajo y nunca se da cuenta de nada. La última vez que estuvo la familia completa, fue cuando Carlos entró a prisión.
— ¿Qué pasa hermanita, no te alegra verme otra vez tan cerca e irónicamente tan lejos?
—Tenemos que hablar, Carlos— Dice en un hilo de voz, él la mira con confusión. —Pero hasta que lleguemos a casa.
La residencia de los hermanos Luján es una casa pequeña de un piso, con tres recamaras y un solo baño. Es completamente blanca a excepción de la puerta y el techo que son café claro. En sus mejores momentos estaba rodeada de un jardín muy verde, pero hoy en día está seco e inspira depresión. Al entrar, el par de hermanos se dirige rápidamente a la habitación de Carlos.
—Y Bien... ¿Qué pasó?— Preguntó Carlos, mientras dejaba sus pocas pertenencias en el comedor.
—El grupito ese de imbéciles...
—Hermana, tienes que ser más específica. Existen muchos grupos de imbéciles.
—El de Leo...— Susurró ella.
Él frunció el ceño, — ¿El de Isa y sus amigos?
—Sí, ellos. Son todos unos imbéciles...
—Tienes una especie de obsesión con esa palabra... ¿Qué te hicieron?
—Eso no tiene importancia... pero quiero desquitarme con ellos. Uno por uno.
—Estefanía, sí sabes que acabo de salir de la cárcel ¿Cierto?
—Y fue por culpa de la zorra de Isabela ¿No te gustaría que pagara el hecho de que estuviste casi dos meses en prisión?
Él comienza a mirar a la nada y analiza lo que su hermana está proponiendo. Luego se sienta en su cama y dice: —Pues... pronto se acerca el intercambio de mi padre... Ya sabes... a Canadá.
— Pero habíamos negado irnos con él...— Se rasca la cabeza, está confundida.
— ¡Carajo, Larissa! Si nos quedamos y realizamos esta venganza, nos van a encontrar y nos van a meter a la cárcel— Ella abre los ojos como platos. — ¡PIENSA! Realizamos esta venganza antes de irnos a Canadá y ya veremos qué hacemos allá para desaparecer del mapa.
—Carlos, lo dices como si estuviéramos organizando un homicidio...
—Eso es lo que estamos haciendo, Larissa.
Ella le mira sorprendida y dice: —Pues manos a la obra. Empecemos por el más fuerte.
—Buena idea, dame tu teléfono.
— ¿Para qué?
—Sólo dámelo— Ella le entrega su teléfono y él busca entre los contactos. Marca un número y espera a que contesten. Segundos después él saluda con entusiasmo — ¡Leo, amigo mío!
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Twisted
Teen FictionEsta la historia de Alex: Un chico que nunca se resignó a la muerte de su madre y vivió durante años en una depresión que le provocaba sentimientos suicidas, pues siempre tuvo el deseo de estar junto a su madre, donde sea que ella estuviera. Entonce...