Twisted

Capítulo 43 - Graduación

— ¡Alejandro! ¿Cómo pudiste haber hecho tal estupidez?— Me regaña mi padre.

—No tuve oportunidad para pensar bien, papá— Ahora me siento mal.

—Oh, Alex. No te haces una idea de lo mal que me puse cuando Leo me habló por teléfono. Creí que te perdería... — Oh, papá...

—Papá, estoy bien. Bueno... estoy casi bien. ¡Por dios! Sólo me dieron una paliza terrible, un disparo en el costado y dos días de inconsciencia

El suelta una risita tímida, wow. Nunca antes había escuchado ese tipo de risa en él. —Me alegra saber que esta situación no te quite el humor tan... Hmmm Acido que tienes.

—Lo sé...— Sonrío.

—Entonces Leonardo y tú...

—Leonardo y yo, pá— Asiento y creo que mi cara va a partirse en dos gracias a la estúpida sonrisa en mi rostro.

—Esa cara me lo dice todo, Hijo. Te quiero mucho, no lo olvides.

—Yo también, papá— Le doy mi sonrisa más sincera.

Han pasado varios días y por fin me han dejado salir de aquí. Ahora mismo voy directo hacia mi graduación. La directora me dio oportunidad de presentar mis exámenes en el hospital (con su supervisión) y gracias al cielo aprobé todas y cada una de mis materias. Ahora soy todo un analista programador. Aunque me da una flojera del demonio, estoy obligado a asistir, pues me han pedido que diera un discurso frente a la multitud, creí que me habían elegido por ser el mejor en la clase (pero eso es imposible) descubrí que Lorena, quién era la elegida para esa tarea, se rompió un tobillo después de caerse de una mesa (en la cual, sospecho, estaba bailando)

Estoy sentado al lado de varios maestros. Mientras que Isa está sentada en medio de la segunda fila, con Leonardo a un lado y Adrián al otro... Parece ser que en serio se gustan. Después de varios discursos de maestros, directores y otras personas que no conozco, ha llegado el turno del bicho raro. Me paro frente a todos, acomodo con torpeza el maldito micrófono e intento disimular, fracasando, mis nervios. Inhalo una fuerte bocanada de aire y digo: —Esta es la parte crucial de nuestras vidas, en las que comenzamos una nueva etapa. Una etapa en la que tenemos que decidir si vamos a la izquierda... o si vamos a la derecha. Una etapa en la que tenemos la obligación de elegir que canciones escuchar y cuáles no. Una etapa en la que debemos mirar a los ojos de la persona que amas y decirle precisamente eso: Que la amas— Me tomo un instante para mirar directo a Leonardo, él me sonríe orgulloso. —Esta tarde estamos aquí para unirnos a la felicidad de que estamos creciendo tanto académica como espiritualmente. Y esta noche vamos a celebrar de una manera muy alocada, aunque yo no podre bailar gracias a la maldita bala que atravesó mi costado— La multitud se ríe. —Vamos a disfrutar de que el día hoy hemos subido un escalón más directo a la cima de nuestras metas— Miro la hoja donde el discurso está escrito, ahora que he reunido inspiración me parece innecesario, la hago bola y la tiro al piso, tomo el micrófono y me acerco decididamente más al frente del escenario. —Una vez, el gnomo que está sentado en medio de la segunda fila— Apunto a Isa y ella sonríe diciéndole hola a los demás, como si el hecho de que le dijera gnomo fuera más bien un cumplido que un insulto. —, quien es una persona muy, muy especial me dijo: Te quiero de la manera que seas y sin importar tus gustos. Sin importar la opinión de los demás, para siempre y por sobre todas las cosas... — Me tomo un segundo para sonreírle a mi mejor amiga. —, y ese es el mantra que debemos repetirnos todos y cada uno de los días. Hay que querernos a nosotros mismos, hay que querer a nuestros propósitos sin importar la magnitud de estos. Hay que seguir adelante y mandar al demonio lo que digan los demás, porque al final es nuestra vida y sólo nosotros decidimos que hacer con ella... Hay que hacer hasta el más mínimo esfuerzo para seguir adelante para siempre... y por sobre todas las cosas. Y bueno, de los amigos no hay que preocuparnos. Recordemos que los amigos son como los buenos libros, no es necesario tener muchos, sino tener los mejores.