Capítulo 41 - Nunca Me Dejes Ir

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Hay un dolor, el cual siento que es físico, pero me siento en un sueño, uno muy sombrío. Este dolor no es físico. Este dolor proviene de algún lugar en lo más profundo de mi alma. O de mi corazón. O de mi costado, joder, duele. Quiero gemir pero no puedo.

—Alex, por favor. Despierta. Necesito... uhmmm... Yo te necesito— Puedo escuchar su voz. Leo. Está aquí. Wow en serio puedo escuchar en sueños. Es como escuchar música con los ojos cerrados. Claro, ahora no tengo el puto control para abrir los ojos, ni para cambiar de canción. Pero me gusta esta canción, narrada por la voz ronca que no parece de adolescente pero es de adolescente. —Isabela, tengo miedo...— Dice él, puedo sentir el nudo en su garganta. ¿Isa está aquí también?

—Leo, está inconsciente, no en coma— ¿Estoy inconsciente? —Va a despertar pronto. Deja que se recupere. Deberíamos agradecer que la bala no haya dado en algún órgano vital.

—Tienes razón... pero le necesito... Estoy casi seguro que nunca en mi vida había necesitado tanto a alguien desde los cinco años. ¿Y si nunca despierta?

—Es sólo cosa de esperar, Leo. Eventualmente se va a despertar. Dale tiempo.

Oh, Leo me necesita. Qué felicidad. Hmmm ¿Dónde está la vocecita de mi subconsciente y sus comentarios sarcásticos? De seguro este es suficiente material para molestarme. — ¿Podrías dejarme a solas con él, antes de que su padre llegue?— Mierda, mi padre. Ha de haberse vuelto loco en Guadalajara cuando se enteró que su hijo fue participe en el rescate de su mejor amiga. ¡Necesito despertar! —Oh Alex. De verdad es raro verte así. Tan vulnerable. Si tan solo hubiera llegado un momento antes... No puedo siquiera imaginar si la bala hubiera cambiado de dirección...— Dice él, su voz se entrecorta casi al final de la oración. Luego suelta un suspiro muy ronco y murmura: —si no lo digo ahora no lo diré nunca— «Ajá, claro. ¿Y piensas que eso me hará despertar?— Murmura mi subconsciente. Oh, ¿dónde habías estado, pequeño bastardo?» Él me toma la mano. —Desde ese día, ese día que regresé a Monterrey. Cuando te vi tan pálido escribiendo esa carta... No pude evitar echarte el ojo. Nunca desaprovecharía la oportunidad de charlar con un chico tan lindo como tú— ¿Lindo? ¿Yo? —Te veías tan delicado en ese momento, tan pálido que podría jurar que eras un vampiro—Suelta una risita. —Y cada oportunidad que tenía de charlar contigo, me enamorabas más. Pero yo me decía a mí mismo "Ese chico es hetero", "Es chico nunca se fijaría en ti" — ¿Leo con problemas de autoestima? ¡IMPOSIBLE! —Y conocí a Isabela, quien se veía tan sexy con esa blusa de tirantes blanca y sus pantalones siempre ajustados. Creí que podía olvidarme de ti relacionándome con ella, pero luego me la presentaste, yo sentí que había perdido todo chance contigo a juzgar por la forma en la que se miraba, en la que se trataban entre sí. Creí que estarían enamorados. Sentí que te quería lo suficiente, y decidí no seguir con el coqueteo hacia Isa— Oh por dios, ¿Fui yo la razón por la que se rindió tan fácil con Isabela? —Luego una chispa de esperanza se encendió en mí cuando dijiste que eras gay. Y se volvió a apagar cuando comenzaste a salir con Orlando— Cuando menciona el nombre de Orlando, suena como si hubiera probado algo repugnante. —Estuve muy enfadado contigo, conmigo por no decirte nunca que me gustabas y entonces dije: "Vale, tengo que olvidarme de mi enfado y seguir adelante" entonces sucedió lo mío con Isa. No sé por qué estoy comentándote esto, pero igual siento que te debo una explicación. Llegó el momento de tu ruptura con Orlando y yo no podía estar más feliz. Lo digo en serio, disfruté haberte desnudado esa noche— Madre santa, lo disfrutó. ¡LO DISFRUTÓ! —Estuve observándote por horas— Y su confesión me desarma, quiero despertarme, despertarme y abrazarlo. También besarlo, pero necesito que me sostenga con sus brazos. ¡AAH! ¿Cómo despierto? —Y llegó el beso. Oh, el beso— Dice él con un tono de orgullo. —... no pude sacarte de mi cabeza. Y sí que está cabrón para que alguien entre a mi cabeza... Movería cielo, mar y tierra para retroceder en el tiempo y decirte en ese mismo momento, cuando llegué a la ciudad, que me atraes de una manera que ni siquiera Cara DeLevigne puede. Uhmmm sí. Espero que lo entiendas. Pero... yo te amo. Me has dado esa perspectiva nueva acerca del amor. Te amo. En serio te amo... Mierda. Jamás creí que diría esto y de verdad sentirlo. Te amo... te amo... te amo...— Dice las palabras como si las estuviera probando en su mente. Evidentemente esto es algo muy nuevo para él. Las palabras de Leo me hacen sonrojarme... ¿Eh? Espera... cómo sé que estoy sonrojándome... ¿Puedo moverme? Oh, estoy moviéndome. Necesito tomar su mano, sentir su contacto ahora mismo. Logro abrir mis ojos, Leo está tomando mi mano, recargando su frente en ella. Parece como si sintiera culpa por lo que ha dicho. Hago todo lo que puedo para que mi cerebro le ordene a mi mano moverse. Y aprieto la mano de Leo para que se dé cuenta. — ¿Alex?— Sus ojos encuentran a los míos.

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