Capitulo 6 - Eventos Desafortunados

10 0 0
                                    

Alex POV

Vaya, Isabela y Carlos están en un hotel. Hmmm, creo que todo estará bien entonces. Aunque la actitud de Carlos me pareció un poco rara, y por eso decidí seguirlos...

—Hoy será un día memorable, por fin nuestra Isabela dejará de ser una pequeña María para unirse a los pecadores— Dice Leonardo.

—Oh vaya, no creí que ella llegaría a acceder a algo como esto...— Sigo desconfiando de Carlos, pero si Isa accedió, pues es su decisión —Vámonos entonces— Digo despreocupado Segundos después mi celular suena. Lo saco de la bolsa de mi pantalón. Oh, es Isa... Qué raro. Contesto y pongo bruscamente mi brazo sobre el pecho de Leonardo al mismo tiempo que me detengo en seco al escuchar a Isa pedir ayuda, oigo que está gritando un número ¿Dieciséis? Está gritando dieciséis. «Vale: Auxilio, Socorro, Ayuda. Y más palabras para hacerle entender a los demás que corres peligro y lo único que se te ocurre gritar es: Dieciséis— El fugaz comentario de mi subconsciente me causa gracia» —Joder, regresemos. Ese imbécil quiere hacerlo a la fuerza— Grito y juntos corremos hacia el hotel. Me apresuro a analizar lo que he escuchado, debe tratarse de la habitación dieciséis. Mierda. Ambos entramos y le pregunto a la recepcionista — ¿Habitación dieciséis?

La mujer me mira alarmada y dice: —Piso tres

Leo y yo nos dirigimos a las escaleras (genial, escaleras). Creo que la recepcionista nos grita algo, entramos al piso tres y buscamos la habitación dieciséis. Al entrar, Leo se dirige hacia Carlos y le empuja hacia el piso y comienza a golpearlo, todo esto es tan de fantasía, creí que sólo pasaba en los insípidos programas de esa televisora tan popular que controla la mayoría de los canales del país. Yo me apresuro a tomar a Isa fuera de la habitación.

—Creí... que... nadie... llegaría— Susurra ella entre sollozos. Oh Isa.

—Pero qué demonios... ¿Ese imbécil te hizo algo?

—No, gracias a Dios no— Dice mientras me abraza fuerte y se limpia las lágrimas con las mangas de su pequeño suéter negro.

—No le agradezcas a Dios, agradécele a lo rápido que puedo ser al contestar el teléfono.

Quince minutos después la policía ha llegado y nos ha interrogado a los cuatro. Estuvieron a punto de llevarse a Leo, pero la recepcionista, Isabela y yo fuimos testigos de su acto heroico, además de que su padre es algo así como super poderoso y así.

Según las autoridades: Carlos estaba drogado y fuera de sí. Se lo han llevado a esposado, probablemente pase una corta temporada en prisión para que reflexione sobre su mal comportamiento. Le han insistido a Isa en ir al hospital a hacerse una revisión, pero ella no aceptó... Todo este asunto ha sido de película.

Y sorprendentemente, Isabela está muy tranquila, Ha sido muy valiente. Este episodio ha provocado que su madre sea un poco más sobre protectora. No hemos podido salir por ahí a causa de las restricciones de su madre. Por dios, sólo fue un intento de violación y un poco de violencia física y verbal, nada más.

Una semana después todo se ha tranquilizado. No hemos escuchado nada acerca de Carlos, afortunadamente. Isabela ha superado el trauma mientras que Leo insiste en darle otra paliza a Carlos. Me gustaría motivarlo a hacerlo, pero no soy muy fiel partidario de la violencia, al menos no de la física. El día de hoy Leo ha decidido invitar a comer con nosotros a Larissa. Me siento incomodo al ver lo cerca que está él de ella. Es como "Hola, Leonardo. Isa y yo también estamos dentro de la conversación".

«Alejandro, esos son celos— Dice mi subconsciente. Celos. ¿Celos? No lo creo. Tal vez sí. Pero no»

Después de haber pasado media hora con ella, me he enterado que en realidad se llama Estefanía Luján, Larissa es como un nombre artístico, tiene diecisiete años y quiere ser actriz. A simple vista tiene un futuro prometedor, pero no me convence del todo. Además tengo el extraño presentimiento de que no le agrado, pues a cada pregunta que le hago me responde de manera muy fría y a los demás les responde con su perfecta, blanca y brillante sonrisa. Maldita perra.

—Oye, fuera de juego... te invité a sentarte con nosotros porque hay algo que quiero preguntarte— Dice Leo mientras se acerca un poco más a ella como si estuviera a punto de contarle un secreto. ¡MIERDA! ¿Qué pretende?

— ¿Ah sí? ¿Y qué es eso que me quieres preguntar?

—El viernes próximo vendrá una banda muy buena a la Arena y me gustaría saber si quisieras ir conmigo...— Suelto un suspiro de alivio en mis adentros, bien. Sólo la ha invitado al concierto.

Ella le mira desconcertada y segundos después asiente con la cabeza y dice: —Claro...

Siento una pequeña punzada de dolor, pues yo le iba a preguntar lo mismo a él. Ambos amamos esa banda. Diez minutos después el receso ha terminado y todos tenemos clases separados. Tengo clase de Química con el profesor Marcos, un hombre de unos treinta y siete años que no es feo, pero tampoco es guapo. Es muy alto y delgado. En los últimos meses me he dado cuenta que me ha estado mirando de un manera que me hace sentir acosado. No es la clase de hombre con el que yo aceptaría tener una relación. Es muy normal y a simple viste es amante de la rutina. No, no, no. Si hay algo que yo no puedo cambiar: es el cambio constante (Qué paradoja) Entro y él salón sigue vacío, es triste saber que siempre eres el primero en entrar al salón.

—Y Bien Alejandro ¿Estás listo para el examen que viene la próxima semana?— Me dice mientras hace contacto visual, está siendo muy intenso, como de costumbre.

—Estoy más que listo, Profesor— Me siento en la primera banca que veo.

—Muy bien, aunque si llegas a necesitar ayuda, siempre estaré disponible para ti— Se sienta en la banca de alado. Muy cerca de mí. Mierda, Para mí, se refiere sólo a mí. No "Para ustedes. Mis alumnos" sino "Para ti". Este hombre se me está insinuando de manera obvia ¡Tiene treinta y siete años! «No deberías aterrarte, es una persona con experiencia... deberías estar feliz de que alguien se fije en ti— Dice mi subconsciente. Oh, con su humor tan ácido y sarcástico» Él me saca de mis pensamientos al poner su mano sobre la mía mientras me mira con cariño. Ese cariño que tiene Manuel en los ojos cuando está muy, muy drogado. Maldita sea, aparto mi mirada de la suya.

—Eh, Gracias, profesor— Le sonrío, intentando ser amable.

Luego el mira su mano sobre la mía, sonríe y dice —Alejandro, yo sé que...— Entonces alguien abre la puerta y él se levanta rápidamente, pues mis compañeros han comenzado a llenar el lugar.

¡Gracias al cielo!

TwistedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora