S E V E N

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Ella sonrió al ver como pagaba su cuenta, al ver como la ayudaba sin siquiera pedirle algo a cambio. Sin duda Jungkook era una buena persona, un buen chico que estaba dispuesto a socorrerla si ella se encontraba en problemas. Y aunque eso igual era malo, ya que en definitiva Na Bong estaba segura que se terminaría acostumbrando a su amabilidad, igual esa noche mientras lo observaba decidió ignorar la vocecita en su interior que le decía que no debía aprovecharse de las personas.

Pero Na Bong no quería aprovecharse de Jungkook, claro que no. Solamente le gustaba la sensación que le trasmitía él, como de seguridad y comodidad que no sentía ni siquiera con sus amigos más cercanos o hasta con Jiho.

Aprovechó entonces de darle un vistazo y no, no un simple vistazo, sino uno completo. Aprovechó de contemplarlo mientras el hablaba con la señora que era dueña del local. Quizá hablaban de ella y su mal hábito, pero no le importaba. No le importaba ser el cotilleo ni ser mal vista, no cuando él se presentaba enfrente de ella vistiendo tan bien. No sabía si era porque estaba muy borracha todavía, pero no podía quitar sus ojos de encima de él. Traía una chaqueta negra, camiseta blanca y unos jeans azules, para terminar usando en sus pies unos botines cafés.
Era tan sencillo para vestirse, pero le quedaba jodidamente bien y hasta parecía uno de esos tantos modelos que ella tuvo que vestir en su antiguo trabajo.

De repente Jungkook se giró hasta ella y dejó de observarlo completamente avergonzada. Esperaba que él no se hubiese dado cuenta. Puso sus ojos en sus manos, para desimular, dándose cuenta de lo borracha que estaba, ya que apenas podía enfocar la vista y para sumar desgracias, su garganta estaba seca.

Para su suerte, después de unos minutos llegó Jungkook con una taza de café en las manos y se sentó junto a ella, sin mostrar indicios de que la había atrapado mirándole descaradamente.

— La señora te ha enviado café ...— Miró a la señora y le sonrió en agradecimiento.

—Me duele un poco la cabeza— Admitió Na Bong dando un sorbo al café.

—Con el café se te pasará — Fue lo  que dijo el chico mientras la miraba detenidamente.

Ninguno volvió a hablar, ni a mirarse. Na Bong de pronto volvió a recordar la pelea con su novio y la rabia y tristeza volvieron a ella mientras bebía de la taza. Por el contrario Jungkook a su lado se encontraba pensando, más bien preguntándose cual era la razón de su emborrachamiento.

Cuando Na Bong terminó la taza de café ambos salieron del local y se quedaron parados a las afueras, mirándose mutuamente.

— ¿Dónde está tu casa? Voy a ir a dejarte, aún no estás completamente so— Pero la chica no lo dejó terminar.

—Que amable de tu parte Jungkook, pero no tengo...— Lo miró a los ojos.

—¿Qué? ¿Cómo que no tienes casa?

Su corazón se apretó de pronto. Y la mirada de tristeza absoluta que le dio Na Bong le produjo unas ganas inmensas de abrazarla, de cuidarla.

Pensó también que quizá sea esa la razón de su embriaguez.

— No tengo casa, me he largado de ahí.

— ¿Por qué?— Preguntó confundido.

—He peleado con mi novio...—Levantó sus hombros como si no le importara, pero sus ojos, los cuales siempre son los primeros en mostrar cualquier tipo de emoción, se llenaron de lágrimas al instante.

Jungkook lanzó un bufido. ¿Así que a eso se debía todo? No era el asunto de estar sin casa, o tal vez si, aunque igual eso se debía a la pelea con su novio así que todo se resumía a eso, era esa la única y verdadera razón. Él no sabía si sentirse molesto por no acertar o porque ella al final tenía un novio.

Motel room » j.jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora