¿Es una promesa? No, es un juramento

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CAPÍTULO 8

Hermione

Había perdido mucho tiempo y no iba a perder más, lo amaba y él a mí. Lo demás no importaba en lo absoluto. Cuando nos besamos mi corazón se calmó, después de tanto tiempo de estar inquieto, por fin llegaba a casa, al lado de la persona que amaba. Sus labios eran suaves, fieros, llenos de sentimientos guardados, era tierno y ansioso a la vez, me besó primero despacio y yo lo conduje a no detenerse, a no limitarse, a besarnos, a amarnos.

Estaba recargada en la pared, pero lo deseaba tanto que incite el acercamiento, sentía su erección aunque hubiera tratado de disimularlo, eso me hacía desearlo más ¿qué esperábamos? Nos habíamos estado amando por tanto tiempo que al final nada importaba, ni el golpe de Ron, ni la guerra, ni el juicio, ni el futuro y mucho menos el pasado. Tomé sus labios y lo mordí sensualmente, profundice el abrazo para que nuestros cuerpos quedaran juntos, más que unidos, para que pudiera percibir mi deseo, que no se detuviera con nada. Acarició mis piernas empezando por mi rodilla y me observaba para buscar una negativa, fue subiendo poco a poco y no pude hacer otra cosa que seguir besándolo, me permitió el paso en su boca, sentía su aliento a menta, terminé el beso mordiendo sus labios y susurrándole al oído.

Te deseo Severus... no sabes cuánto.

Sus manos llegaron hasta tocar mi ropa interior, de mi boca sólo salían suspiros que sabía iban a convertirse en gemidos, cuando acarició mi pierna se nubló mi vista, fue tremendamente provocativo.

¿No crees que deberíamos esperar para eso? ¿Se están dando las cosas muy rápido no? —me preguntó.

No, y sé que me deseas tanto como yo a ti.

Le fui quitando los botones a su camisa, de la prisa se fue sin levita ni túnica, pude ver de nuevo su pecho perfecto con cada cicatriz que me sabía ya de memoria, pero era distinto ahora, pues no curaría sus heridas sino lo amaría en todos los sentidos. Mientras yo buscaba explorar su pecho, él jalo la falda de un extremo y sólo se escuchó los ocho broches abrirse de un solo tirón y cómo la falda cayó al piso, eso me excitó demasiado, me sentía excitada y su propia erección no estaba ayudando mucho.

Tengo esta cabaña llena de pociones, hay antídotos, remedios, ungüentos, de todo pero te juro que una poción anticonceptiva no tengo, —me confesó tomándome de los glúteos con fuerza mientras besaba mi cuello con calma, dejando su saliva debajo de mi oído hasta donde la blusa se lo permitía.

—¿No quieres que hagamos el amor? —me observaba inseguro, la pregunta era una trampa, pero necesitaba que se quitará esos miedos, lo abracé del cuello y lo fui conduciendo él caminando de espaldas hasta llegar a su recámara.

—Quiero hacerte el amor, claro que sí —se sentó en la cama y me subí a horcadas sobre él.

Le deslicé despacio la camisa sobre sus hombros hasta quitársela, tocando su espalda ancha y acariciando su pecho reconociendo un cuerpo que no sabía era mío hasta ese momento, me besó despacio y suave saboreando lo que sentíamos.

Cuántas veces te toque, miles, cada noche, cada herida, cada misión... te tocaba, te curaba y en un momento te deseaba —le dije observando y deslizando mis manos por su pecho y su vientre, tocaba sus brazos grandes: producto de todos esos entrenamientos, me detenía en cada herida que en algún momento curé, su pecho tenía un poco de bello en medio pero no demasiado, dándole un toqué sensual, después un poco más debajo del ombligo viéndose tan varonil y tan excitante—. Y ahora es todo tan distinto.

Siempre te estaré esperando Severus... (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora