Epílogo

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EPÍLOGO (17 años después)

El mago con dificultad salió de la chimenea, dejó escapar un suspiro de sus labios y recorrió las mazmorras con pesadez, no entendía porque últimamente tenían ese ambiente tan oscuro. Se quitó la capa pesada de viaje, cayendo la nieve encima de la alfombra. Iban a dar ya las 12 de la noche, debería dormir pero no lo hizo, prefirió  mantenerse despierto, por las pesadillas que tenía podría no dormir en meses completos, al fin y al cabo si soy un cobarde, pensó sin importarle nada.

Se acercó a la barra sirviéndose una copa de whisky de fuego, y encendió la chimenea para entrar en calor, la helada que azotaba el norte de Irlanda un día de estos comenzaría a matar gente. Sus agudos oídos detectaron un sonido peculiar: zapatos, pudo escuchar un par de zapatos bajar con todo el sigilo que podía poseer su dueño, nada sutil, pensó arqueando la ceja observando la puerta de madera.

Cinco- cuatro- tres- dos- uno- ¡Abuelo! – susurró imitando la voz de su nieta.

¡Abuelo!... has llegado.

Que intuitiva me resultó señorita Sjöberg, ¿es mi imaginación o ha hecho avances en su materia de adivinación?– la chica de quinto curso se puso nerviosa y caminó hacía él ignorando el tono en que su abuelo le hablaba – Quisiera preguntar cómo supiste que había llegado pero deduzco que tu ojo interior te lo dijo ¿no es así?

Yo... bueno... lo que ocurre es que... – se mordió el labio con nerviosismo como lo haría su misma madre, ocultó con sus rizos dorados los ojos, como si así ocultara las mentira que le daría a Severus Snape – Todas las noches... vengo aquí a ver si regresabas.

¿Aprovechándote de tus facilidades como prefecta?

Un poco...

Eyra... aún tienes el mapa de los Potter lo sé.

Lo siento, sólo quería saber cuándo volverías – sonrió al denotar la misma sonrisa con la que su madre se salía con la suya.

Siéntate – antes de hacerlo la chica tomó su vaso, y lo llenó de aquella bebida que estaba tomando, se sentó frente a él esperando – ¿Cómo van esos puntos señorita Sjöberg? ¿Slytherin sigue a la cabeza?

Como siempre señor, me encargo personalmente que ningún inepto pierda puntos – sonrió ignorando aquella palabra, y siguió bebiendo perdiéndose su mirada en las llamas abrazadora – ¿La viste? – preguntó la joven con temor, su abuelo la miró fijamente buscando la forma de evitar la conversación – ¿Viste a Athena?

Si.

¿Y es cómo dice El Profeta? ¿Cómo las fotos que le han sacado?

Sabes que no leo esas cosas.

Dicen que es cómo una diosa – desvió la mirada para recordar el tiempo que vio a su hija y rompió el recuerdo de inmediato.

Lo es, es una diosa.

La diosa de la guerra... oh es tarde. Te traeré algo de cenar – no buscó replicar pues sabía bien que nada valía, a los pocos minutos llegó con una bandeja con un plato caliente de sopa de verduras, panecillos recién hechos, una gran cantidad de un guiso de carne en salsa roja y un vino blanco. Su mirada sonriente se rompió cuando vio en los ojos del mago, la tristeza.

Recuerdo que alguien hacía eso cuando regresaba de las batallas, siéntate y acompáñame – la joven asintió escondiendo un pergamino en la espalda, Severus le dio la mano para que se lo entregase obedeciendo de inmediato. Era un recorte del Profeta, una pequeña batalla a finales del año pasado siendo encabezada por su hija.

Siempre te estaré esperando Severus... (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora