Venganza

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VENGANZA

SEVERUS SNAPE

Me aparecí en la cueva, en ese momento se encontraba completamente húmeda por la tormenta de la noche anterior, la marea había golpeado demasiado las rocas, no había podido dormir de la preocupación de que ese imbécil hubiera muerto ahogado y no en mis manos, pero al entrar y verlo en el fondo en la misma posición que lo había dejado la noche anterior pude tranquilizarme un poco.

Lo único que se escuchaba eran las fuertes olas golpear con fuerza las rocas, y la suela de mis zapatos crujir en ramas y en pequeñas piedras, era el sonido más motivador, aunado a ver como mi presencia hacía efecto en su persona y se trataba de incorporar.

- Estaba preocupado por usted señor Weasley... ¿la tormenta lo trato bien anoche? – su cara hinchada y sangrante me observaba sin poder darme cuenta cómo, ya que no era muy visible el joven que un día fue. – No he escuchado su respuesta... veamos si un par de maldiciones hacen que recobre el habla Crucio.

- Ahg... ¿qué carajos quiere que le responda bastardo?

- Más educación Weasley... su madre debió enseñársela ¿no? Crucio – llegaban puntos de esas horas de tortura en las que él no podía moverse más y otras en las que su altanería no tenía límites. – Vamos a ver si ya entendió la lección... ¿sabe porque estamos aquí en esta detención que se mostrado un poco larga?

- ¿Por qué me disfrute a Hermione mientras usted estaba pudriéndose en Azkaban? – sabía cómo detonar esa chispa de odio y rabia en mi interior, recordando la escena que me había mostrado Viggo, cómo el hijo de puta casi le arruinaba la vida a la única persona que me importaba.

- Mala respuesta Weasley... Crucio... – sus gritos eran ensordecedores, su ropa se encontraba desgarrada de los latigazos que le había propinado el elfo de Viggo, lo levanté con la varita sosteniéndolo en un par de cadenas que había improvisado mi amigo, le desnude la parte de arriba para mostrar su torso... - Puede que esto duela un poco, pero no más de lo que pudiste hacerle a mi mujer.

- Incendio... – su piel comenzó a quemarse hasta dejar notorias llagas, sabía lo que se le avecinaba... sal, pociones que aumentaran en cantidad el dolor, ese miserable no se merecía la muerte así como así, se merecía más que eso, una tortura física y psicológica que lo llevara a perder la cordura y que lo último que recordara es que con Severus Snape nadie se mete, y que Hermione era mi mujer y debió respetarla como tal, después de algunos minutos y encargarme de que las heridas fueran más dolorosas y no teniendo el cuidado de que se infectaran hice aparecer un frasco que contenía un animal muy curioso – Esto Weasley se llama escarabajo egipcio, un entretenimiento muy conocido entre los mortifagos... espero que se divierta con él.

- No lo haga... por favor, me entregaré al Ministerio, que me encierren en Azkaban – me gire para tomarlo del cabello azotándolo en la pared.

- Miserable ¿tú crees que yo quiero tenerte encerrado en Azkaban? ¿Crees que un dementor por el resto de tu vida hará que se me olvide como la tenías? ¿Cómo la golpeaste y la humillaste? ¿Crees que olvidaré sus lágrimas? Nada hijo de puta, nada hará que se me olvide eso, más que torturarte de aquí a que mi ira sea mucho mayor y te mate – nunca había odiado más en la vida, ni siquiera a Voldemort cuando mató a Lily...

HERMIONE

- ¡Oh por Diosss! Por fin llegas Severus – su aparición era lo que había esperado durante dos horas aún en la cama con la piedra entre mis dedos temblando.

Siempre te estaré esperando Severus... (Sevmione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora