Décimo Capitulo

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Perspectiva de Christian Grey

-... Y colorín colorado este cuento se ha terminado. –termino de leer el libro de los tres cerditos por vez número –la verdad ya he perdido la cuenta- pero es muy entretenido leerlo. Genial, me estoy volviendo tan loco que ya hasta los cuentos para niños me están comenzando a gustar, necesito definitivamente dedicarme un poco a regresar a mis lecturas anteriores. Con una sonrisa veo como la respiración de Phoebe un tanto calmada llega hasta mi pecho, golpea mis cicatrices al igual que el tatuaje que tengo puesto, no me incomoda ni mucho menos sentir su tierna mejilla rozando esa parte de mi cuerpo. Con cuidado dejo a un lado el libro que no lo deje de leer aunque sabía que se había quedado dormida cuando estaba menos de la mitad, con el mismo cuidado me pongo de pie lentamente con la pequeña bebe en brazos caminando en dirección a la cama donde la reposo lentamente para arroparla con las sabanas, ella se abraza a uno de sus peluches anti-alérgicos bajo mi mirada maravillada. Mis labios reposan en su frente un poco húmeda por el baño que su madre le ha dado hace poco.- Buenas noches princesa. –

Me aseguro de que las ventanas estén completamente cerradas al igual que las cortinas, con cuidado de no chocarme con sus juguetes extrañamente un poco desordenados camino en dirección a un pequeño equipo donde lo apago para que la canción infantil deje de sonar, estresante canción infantil pero que a mi hija extrañamente le gusta. Niego con la cabeza viendo el enorme conejo que Javier le ha regalado para apagar la luz del cuarto dejando una lámpara encendida para salir de su cuarto sin mi sonrisa desaparecer en el preciso instante que Anastasia sale del cuarto de Ted.

-Ya me voy a alistar. –asiento a sus palabras rodando un poco los ojos a lo que ella niega divertida dándome un casto beso en los labios, beso demasiado corto para mi desgracia y también es para mi desgracia que la celebración de esta noche se vea cancelada ya que mi padre ya va llegar.- No entiendo porque si yo pongo los ojos en blanco es de mala educación pero si tú lo haces no hay ningún problema. –

-Por la simple razón de que acá soy el que manda, nena. –suelto una carcajada cuando sus delicadas manos me dan un golpe en el pecho, me llega como una lenta caricia en mi pectoral derecho pues sé que lo hace de broma.- No puedo creer que haya tanta agresividad en un cuerpo tan sexi. –

-Es solo para que te quede claro que yo mando acá. –rompe con el beso que le estaba dando, mis manos rodean su cintura apretándola a mi cuerpo, sus senos se rozan con mis pectorales de la misma manera que mi nariz lo hace con la suya. En un momento simple pero muy significativos. La mejor combinación de colores se vuelve a crear cuando nuestros ojos vuelven a hacer conexión.- Y por favor ponte un polo que es toda un tentación verte con el torso desnudo y no poder cumplir hoy mis bajas pasiones. –

El aliento que sale de sus labios al emitir eso en un susurro obliga a los míos a entreabrirse, me fascina aún sentir su aroma, el olor de su aliento, supongo que nunca me cansare de sentirlo, siempre le encuentro algo más fascinante, algo nuevo que admirar, mi esposa siempre tiene algo que la hace ver más perfecta. Aunque sé que tiene unos cuantos defectos como todas las personas, defectos que son mínimos pero los conozco, defectos que también amo de ella.

Las Sombras de Grey IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora