Las Sombras de Grey III

Décimo Noveno Capitulo

Perspectiva de Christian Grey

—¿Problemas en el paraíso? —la voz burlona de Ross que ingresa a mi oficina exactamente diez minutos después de que se haya ido Alexis se hace presente. Su cabello rojo enmarca su rostro al tenerlo extrañamente el día de hoy sin esa perfecta y alineada coleta que usa para que se vea más profesional aunque no hace falta que parezca porque en realidad lo es, esa falda tuvo negra y esa camisa blanca lo demuestran. —¿Quieres hablarlo conmigo? —

Cierra la puerta a sus espaldas a la vez que yo ruedo los ojos al ni siquiera avisarme de su llegada Andrea, reniego lentamente pero no me molesta que esté acá, Ross es uno de los pocos trabajadores que tengo en el que confió plenamente y puede entrar cada vez que se le dé la maldita gana, menos cuando mi esposa o mis hijos están acá. —¿Y tú porque tan feliz el día de hoy? —el tono de burla se hace presente en mi voz a la vez que me remuevo en el asiento acomodándome esperando de esta manera que ella me responda. No lo hace dejando unos documentos que trae consigo sobre mi escritorio. —¿Esto qué es? —

—Algunos informes del próximo mes en los que he estado trabajando. —se encoge de hombros la eficiente mujer, cojo el folder dándole un rápida revisada conforme ella sin decirle yo nada toma asiento en el lugar que ocupo anteriormente mi otro empleado –compañero fiel-. Se cruza de piernas tan profesional ella analizando toda mi oficina de igual manera que yo analizo su informe sin prestar mucho atención ya que confió plenamente en su capacidad. —Trabajo mejor solo, está mujer. —se señala con las manos mientras yo solo niego con la cabeza dejando el archivador en un rincón de mi escritorio. —Vale más que dos hombres que son los más sexis de los Estados Unidos. —

Tengo claro que en algunas ocasiones suele ser más rápida que Alexis y que yo que normalmente solemos revisar documentos juntos, pero somos un equipo y si uno de los tres falta no funcionaría muy bien la empresa, ella lo sabe pero siempre le gusta usar esa soberbia cuando habla conmigo, el por qué es aún es un misterio. —Está muy bien realizado. —le digo lo mismo de siempre lo cual que al igual que siempre la hace curvar una sonrisa en sus labios, al parecer le gusta recibir halagos de mi parte. Y yo no tengo problemas en dárselo porque se lo merece. —Y no me has respondido... ¿Por qué tan feliz este día? ¿Acaso hoy ya te toca? —

—Christian. —también es uno de mis pocos trabajadores que me pueden llamar por mi nombre, aunque ella es más que una simple trabajadora, ella es parte fundamental de toda esta empresa. —Mi vida sexual prefiero reservármela. No soy un hombre para estar informando a quien me tiro, cuando lo hago y cosas por el estilo. —niega divertida mientras yo solo asiento. Agradeciendo un poco que este acá pues de esa manear me sirve para alejarme un poco del tema que me tiene preocupado, me tiene con los nervios de punta y un tanto irritado. —¿Y tú porqué el día de hoy tan decaído? —

Y no quería llegar a ese punto, no quería que me pregunte aquello pues no es algo de que me guste hablar pero ya que Alexis no me ha dado un buen consejo supongo que ella podrá hacerlo. —Las mujeres son tan difíciles de entender. —

—Oh... —aplaude divertida, cual foca continua con ese aplaudir mientras me observa como si fuera un mono de circo. Simplemente ruedo los ojos cruzando mis manos sobre mis pectorales. —El gran señor del universo ha llegado a la encrucijada de todo hombre en cierto punto. No entender a las mujeres. —

—Vete a la mierda, Ross. —bufo mirando netamente a la pequeña foto que tengo delante de mí, una foto donde estoy feliz con mi familia, sé que ha pasado solo un día pero está angustia incesante que siento por haber actuado mal no se va disipar hasta que pueda probar los labios de Anastasia, hasta que con un beso disculparnos mutuamente los dos aunque creo que ella no tiene la culpa de nada. Ella no tiene la culpa de tener un corazón tan puro. —De esa forma no me ayudas en nada. —