Perspectiva de Christian Grey
El espacioso pasillo me recibe cuando llego al lugar donde se encuentran los amores de mi vida, los seres en los que jamás pensé depositar tanto cariño pero lo hago y acepto con mucho cariño. Con una leve sonrisa observo como mis hijos duermen en sus respectivos cuartos, tranquilos y relajados lejos de los problemas del idiota de su padre. Niego lentamente cerrando sus respectivas puertas para luego dirigirme al cuarto donde la diosa que me ha otorgado un sentido a mi vida ha de estar reposando, también en calma. Tan tranquilo como lo hace Beethoven en el suelo mirándome lentamente con los ojos entreabiertos, analizando cada movimiento que hago para después de asegurarse de quien soy volver a cerrarlos.
Luego de contar unos segundos sumerjo la llave dentro de la cerradura del cuarto para que seguidamente tomando un nuevo suspiro expulsando la angustia formada en mi garganta abro la puerta por completa. La abro para rápidamente cerrarla sin permitir que mucha luz del pasillo ingrese para fastidiar el sueño que ha de estar teniendo. Estando dentro de nuestra habitación, viéndola a ella reposada en su lado de la cama abrazada a la almohada que acostumbró a usar muy seguido, mientras el olor de su fragante y delicioso cuerpo me golpea hace que me sienta nuevamente en casa, a su lado es donde pertenezco y no tengo que joderla más. Pero...
¿Ahora qué hago? ¿Cómo se supone que debo pedir perdón cuando no estoy de acuerdo aún con que se vea con aquel hombre? ¿Cómo es que doy mi brazo a torcer con algo que no tiene que haber lugar a replica? En definitiva esas son preguntas nuevas que se hacen presente en mi mente, como empresario exitoso he tenido que tomar decisiones y una de las claves para hacer eso es no arrepentirse nunca de nada que se ha decido, nunca cambiar de opinión de algo dicho y exactamente eso es lo que me cohíbe a que sea abierto y sincero con ella, a que me rectifique con lo ya dicho pues mi orgullo me gana, pero no debería ser así con esta mujer que se merece todo del mundo.
Espero pacientemente que se despierte, con todo mi peso recostado en la puerta cerrada, contando cada segundo que pasa, contando cada suspiro lento que su boca entreabierta expulsa chocando contra la envidiable sábana blanca que es sujeta por una de sus manos, espero pacientemente poniendo en orden todos mis pensamientos para hablar claramente con cordura cuando sea necesario. Mis brazos se cruzan en el pecho ante la impaciencia de no despertar ella, de no iluminar con su azulada mirada toda está oscura habitación que tiene una mezcla excelente de olores, el mío combinado con el suyo, el olor más delicioso y embriagante que pudiera resistir. El olor que me vuelve loco.
Me trago el impulso que siento por acariciarle el vientre, me trago las ganas pues dormida no es el mejor momento y estando despierta también dudo que quiera permitirme ese toque tan íntimo, no creo que quiera que toque a nuestro bebé que crece dentro de ella, mi máxima y nueva muestra de amor ya se encuentra en su vientre creciendo, desarrollándose pero hoy no creo que su madre me permita sentirlo pero con ella nunca se sabe, al igual que yo sus reacciones a veces son las que menos uno se imagina. Mis pasos marcan un compás que conforme el tiempo continua avanzando se vuelve tan irregular como el latir desenfrenado de mi corazón que pareciera que está a punto de sufrir un infarto ante el nerviosismo que de pronto comienzo a sentir, nerviosismo tonto pero nerviosismo al fin y al cabo.
Al el reloj del cuarto marcar exactamente las seis de la mañana, como si tuviera un reloj incorporado en su cuerpo se remueve por unos segundos que se me hacen eternos cuando de un movimiento encantadoramente lento abre sus ojos un tanto confundida pero que al ver mi sonrisa que se amplía al captar sus azules ojos se abren como platos sin poder que estoy aquí. Prácticamente se quieren salir de orbita cuando se sienta en la cama, recostando su peso en el respaldar de la cama mirando despavoridamente todo el cuarto, como si le resultara extraño estar acá. Se queda así por un largo tiempo hasta que sus ojos nuevamente se posan en mí, en mi cuerpo, en mi rostro, barriéndome con la mirada desde la punta de los pies hasta la punta del cabello rebelde y despeinado al ser de mañana, bueno en realidad mi cabello siempre anda despeinado.
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Las Sombras de Grey III
FanfictionCortas historias donde Anastasia, Christian, su familia y amigos son los protagonistas. Continuación de Las Sombras de Grey I y II.