Los recuerdos se los lleva el viento

2.6K 348 148
                                    

                  

Observar la luz de la luna me hacía mal, en algún extraño rincón de mi interior me hacía pensar que tal vez él estaría mirándome, pero no era así. Alioth se había marchado por mi culpa, porque a mi lado solo había sufrido y no volvería, ya no.

Cerré la delgada cortina de amarillento encaje, acurrucándome sobre mí mismo y abrazando aquel pijama que ese chico siempre usaba, aún tenía su olor algo dulce y avainillado, que me hacía sentir una efímera felicidad seguida de un punzante dolor en mi corazón.

Alioth... ¿Por qué me dejaste solo?

Las lágrimas de mis ojos solo comenzaron a caer por si solas, ya no podía seguir si él no estaba a mi lado, si todo lo que me había dicho eran vulgares mentiras ¿No era que nunca me abandonaría?, ¿Qué siempre estaríamos juntos?, ¿Dónde quedaron todas las promesas?

Todas las promesas al igual que los buenos y lindos recuerdos se fueron, se fueron y no dejaron nada más que amargura, oscuridad y soledad en mi corazón ¿Cómo quieren que pueda ser feliz si siempre todos terminan abandonándome? Dejándome solo... completamente solo.

Pero con Alioth sería diferente, con Alioth podría ser feliz, sonreír a diario ¿Qué fue lo que paso?

―Vuelve... por favor... ― sollocé, esperando que mi deseo fuese escuchado, que lo traigan de vuelta solo para poder despedirme, para poder decirle lo mucho que lo amo y lo extraño, ni siquiera me dieron una oportunidad para despedirme apropiamente de él.

Mi cabeza volvía a doler después de llorar toda la noche, al despertarme, observe las notificaciones de mi móvil, la mayoría eran de sus juegos, su aldea estaba en peligro o sus vidas estaban completamente llenas. No podía borrarlos al pensar que tal vez esto era de las pocas cosas que seguían uniéndome con él, observé las entradas del cine sobre la mesa ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había ido?, ¿Le hubiera gustado esa película?

Dejé las entradas en el mismo lugar y me alisté para ir a mi nuevo trabajo.

Era como un castigo a mí mismo ir por el parque donde lo conocí, observar los lugares por donde caminamos juntos y observar aquel lago donde lo vi nadar tan alegremente a la luz de la luna llena. En ocasiones me ponía a pensar que simplemente pasaba por ahí solo para ver si Alioth volvía a cruzarse en mi camino, pero algo muy dentro de mi corazón decía que no pasaría, que hay oportunidades que solo ocurren una vez en la vida y esta había sido una de esas.

Las calles limpias y despejadas, repletas de lindos árboles y faroles hermosos me daban a entender que ya me encontraba en el barrio rico de la ciudad, donde ahora trabajaba, el restaurante era popular y había salido en numerosas revistas, aun me costaba entender como me dieron el puesto de camarero, pero me gusta pensar que era por Alioth, que tal vez como si se tratara de un ángel de la guarda él me estaba cuidando desde su hogar, me estaba mirando todos los días, o eso es lo que quería creer para que esta soledad no pesara tanto, sin eso no podría avanzar.

Siempre buscaba entre las personas a Alioth, como si aquel chico que iluminaba mi vida fuera a volver de la nada. Pase por una tienda que siempre me negaba a entrar, no podía recurrir a ese tipo de cosas pero la soledad me estaba matando, no podía seguir así, tenía que tener respuestas.

Entré a la vieja y polvorienta tienda atendida por un anciano calvo y escuálido, sus manos eran huesudas al igual que su rostro arrugado. Podía ver en los polvorientos estantes decenas de libros sobre ocultismo y esotería, algunas tablas ouija, cartas de tarot, piedras y cristales, todos estos siendo observados por algún curioso o mujeres que hablaban con términos complicados con aquel ancianito.

Recuperando mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora