Lo que quieras

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Poco a poco, intentando abrir mis pesados y cansados parpados desperté, observando como pequeños rayos de luz del sol entraban por la cortina, Demian seguía dormido, abrazándome con fuerza, reposando su cabeza sobre mi torso, como si el sonido de mi corazón lo hubiese tranquilizado para dormir. Me gustaba observarlo y más ahora que algo mucho más fuerte nos unía, que habíamos compartido tan bellos recuerdos.

―Demian... ― susurré, aun adormilado, intentando moverlo para que se despertara.

―No... ― se quejó adormilado, soltando pequeños ruiditos en protesta y subiendo el cobertor hasta tapar su cara como si de un niño pequeño se tratara.

―Vamos despierta ― lo moví con delicadeza, sintiendo enseguida como mi cuerpo comenzaba a doler por el movimiento.

―Seth... ― susurró, abriendo sus ojos de a poco y bostezando, sonriéndome y regalándome un pequeño beso en el hombro al momento que se sentaba sobre la cama. ― Buenos días. ― sonrió despreocupado restregando sus ojos cansados.

―Buenos días ― le sonreí, con mis mejillas ruborizadas solo por verlo.

Noté como las de él también comenzaban a colorearse a medida que una pequeña risa nerviosa se le escapaba y desviaba su mirada nervioso.

―Lo hicimos Seth... ― comenzó a reír ―de verdad lo hicimos.

―No lo digas... ― desvié mi mirada molesto y nervioso.

―Hicimos cosas impuras.

― ¡Que no es impuro ahora! ― solté, intentando levantarme pero sin embargo el punzante dolor en mi espalda baja no me lo permitía.

― ¿Te duele?, ¿Fui muy brusco? Perdóname Sethy ― se disculpó con un pequeño pucherito, acercándose con lentitud a mí para besar mi frente con cariño, casi sentía como mis ojos comenzaban a cristalizarse por la emoción.

―Solo un poco, pero estoy bien Demian ― mentí, dolía mucho.

―No te levantes, hoy yo haré el desayuno. Iré a comprarte algo para el dolor y también comprare el desayuno porque no soy muy bueno haciendo el desayuno ― comenzó a parlotear mientras se levantaba con energía y se dirigía al baño ― ¿Me prestas algo? ― me preguntó hurgando en mi pequeño armario, buscando ropa que le quedara relativamente bien.

Cuando Demian salió me quede observando el techo con aquel sentimiento tan cálido creciendo en mi pecho. Era extraño, nunca había sentido mi pecho tan cálido, el sentimiento era tan grato que casi quería llorar. Esto definitivamente era la felicidad y no quería que nunca fuese destruida. Solo con pensar en la hermosa sonrisa de Demian mi corazón comenzaba a latir tan rápido que pensaba que moriría y más aún desde lo que paso ayer, ahora era como un humano, era igual que uno, ya nadie podría quitarme a Demian, era solo mío.

Con el dolor de mi cuerpo me levante con cuidado, sintiendo que con cada paso que daba, una punzada me molestaba en mi espalda baja. Aguantando el dolor me metí a la ducha y deje que el agua caliente se llevara todo y relajara mis músculos.

Cuando terminé de vestirme volví a recostarme, esperando la llegada de Demian impaciente, no me gustaba estar separado de él, enseguida me comenzaba a sentir inquieto, como si fuese a desaparecer. Esto ya había sido demasiado perfecto, pasar tanto tiempo en su compañía era como un sueño, pero era solo por las vacaciones ¿Qué pasaría cuando las vacaciones terminaran?, ¿Tanto tendría que esperarlo?

―Llegué ― entró con unas bolsas en las manos, enseguida desempacándolas sobre la mesa, poniendo las rosquillas que había comprado sobre esta, al igual que su café y un té con leche para mí, mientras me entregaba analgésicos y se sentaba para comer con ganas, como si no hubiera comido por mucho tiempo ― Deberías comer están buenísimas.

Recuperando mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora