El chico de la luna

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Las cosas son diferentes aquí, diferentes a cualquiera de todos los reinos existentes, porque en este lugar no existe el sufrimiento, sólo la alegría. Acá no hay por qué entristecerse, lo tenemos todo, las fuentes están rebosantes de agua fresca y vino todo el día, la comida deliciosa nunca desaparece de nuestros platos, todos los días son fiesta y la abundancia reina; para nosotros todo es diversión y aunque soy un príncipe, todos festejamos por igual.

Levantándome de la mesa repleta de frutas doradas observé como unas mujeres hermosas realizaban una danza con pañuelos al son de la más hermosa música que alguien alguna vez pudo oír. Los habitantes de este mundo no tenían por qué sufrir, había abundancia, comida, fiesta y diversión, no envejecíamos conservando todos la apariencia que más nos acomodara y otorgándole nuestras bendiciones a los de mundos más desafortunados. Inclinándome ante una hermosa mujer de cabellos color plata cual hija de la luna, sujeté sus manos y comenzamos a bailar con alegría la melodía que nuestros músicos tocaban con pasión.

Aquella canción termino y comencé a dar una vuelta por aquel gran salón de eventos mientras buscaba una copa de vino, salí para tomar un poco de aire en aquel lugar donde siempre era de noche, la brisa era fresca como siempre y en aquel balcón una hermosa joven de piel oscura y largo cabello color plata observaba uno de los mundos con el cual teníamos contacto con nostalgia.

―Debe haber mucha agua en ese lugar ― le dije para subirle el ánimo, era una fiesta, no podía estar con la cara larga cuando todos se divertían.

―Agua salada donde puedes bañarte a la luz del sol, arboles con sombra fresca para refugiarte del calor, animales que te entregan su cariño incondicional y humanos que te enseñan lo extraños que pueden llegar a ser algunos sentimientos.

―¿Has ido a ese lugar?, ¿por qué? Todo está bien aquí, puedes refugiarte sobre la sombra de nuestros arboles y bañarte en nuestros manantiales de vida eterna, también existen espíritus de la luna con otras formas y...

―Es una lástima que no podemos estar siempre ahí...

―Si era un lugar que te hacía feliz ¿Por qué no vuelves? El propósito de estar aquí es estar feliz siempre para poder entregar buena fortuna a los mundos, deberías volver para ser feliz.

―Porque ya fui una vez... a entregar la buena fortuna a hermosas personas que siempre permanecerán en mi corazón, pero no puedo volver, hay un tiempo para cada cosa, hay un tiempo para nuestras vidas en aquel lugar, si vas ahí y luego vuelves a tu hogar... no puedes regresar o cosas malas pasarán.

―Aaah... ― no entendía muy bien a que se refería ― Pero no hay que seguir con estas caras largas y vamos a festejar ― sujete sus manos suaves como la seda.

―¿Por qué razón?

―Porque es divertido, no hay una razón para festejar ― le regalé una sonrisa mientras esta intentando mirarme seguía mirando por el balcón aquel mundo.

Sin querer pensar más en los problemas que aquejaban a aquella mujer volví al salón y comencé a bailar la bella y alegre música que nos entregaban arpas, tambores, flautines y muchos instrumentos más.

La fiesta nunca terminaba y tampoco te cansabas de ella, mientras bailaba con mis padres me surgió una duda y aquel rostro melancólico de esa hermosa mujer me robó los pensamientos.

―¿Papá has viajado al mundo repleto de humanos que llaman tierra?

―-¿La tierra? Sí, no hay nada interesante ahí... sólo humanos que te veneran, la comida es insípida y el clima inestable, además son codiciosos, cuando saben que traes la buena fortuna intentan sacar lo que más pueden de ti.

Recuperando mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora