¡Dame mi limón!

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Capítulo dedicado a:
abdudbdj y a TheWhiteDudle (mis dudlys 😻)
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Me desperté con el sonido del despertador de mi celular y me levanté de la cama. Caminé lentamente (porque no me había despertado del todo) hacia el ropero y saqué la ropa que me iba a poner.

Alice y Derek seguramente estaban durmiendo como unos bebés. Habían viajado por un largo tiempo, y viajar es cansador.

Cuando terminé de vestirme salí de mi habitación y me adentré en la suya. Y como he dicho...dormían como unos bebés.

-A levantarse, dormilones.

-Un rato más-se quejó Alice.

-Ya es tarde.

-Cinco minutos más-dijo Derek con voz ronca.

-Tienen que desayunar, ¿o me dejarán desayunando sola?-hice puchero y asintieron.

Malditos.

Tomé dos almohadones y se los lancé.

-Auch-dijeron al unísono.

-Vamos, aunque sea abran los ojos-les lancé más almohadones.

Me miraron a los ojos enojados y se sentaron en la cama.

-Así está mejor, les traeré el desayuno pero quédense como están y no vuelvan a apoyar sus malditas caras en la almohada-los señalé con el dedo y sonrieron sarcásticamente.

Cerré la puerta detrás mio y bajé las escaleras.

-Buen día, Pitufa.

-Hola, pa-sonreí-se te nota alegre.

-Siempre estoy alegre-me miró extrañado.

-Sí, pero hoy estás aún más alegre.

-No estoy tan cansado como todos los días tal vez-sonrió.

Mm...o será porque mamá está en Hollywood.

-Ten, aquí está su desayuno-me entregó una bandeja llena de comida.

La tomé, le agradecí y me dirigí hacia las escaleras.

Caminaba lentamente para no volcar el café de las tazas pero como soy Bella Henman, la chica más torpe del mundo, me quemé el dedo pulgar con el café caliente.

-Mierda.

Sin duda no sirvo como mesera.

Fuí hasta la habitación de huéspedes chupándome el dedo. ¡Ardía!

Abrí la puerta y adivinen qué...los bebés roncaban.

Apoyé la bandeja en un mueble y comencé a lazarles todos los almohadones que había allí.

-¡Oye! ¡Espera! ¡Bella!-comenzó a gritar Alice mientras se cubría el rostro y reía.

-¡Dormilones!-reí y seguí tirándoles más almohadones.

-¡Bueno! ¡Lo sentimos!-gritó Derek divertido y paré de atacar.

-Más les vale-apoyé la bandeja en la cama.

-Bella...-Derek me miró triste e hizo puchero.

-¿Qué?

-Te has olvidado de...

-¡Tu limón!-lo interrumpí y asintió tristemente-¡lo siento, mi niño! Ya iré a buscarlo.

Su rostro cambió a uno alegre-gracias, mi niña.

La Música puede unir CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora