57. Secuestradas

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—¡La fiesta es mañana!—gritó Sarah.

Me limité a asentir y sonreír.

—¡Oye! ¿Qué te pasa?

—Estoy preocupada por Rowan...

—Ah, es por eso—dijo—sabes que Rick lo arreglará todo. Ellos no pueden vivir el uno sin el otro.

—Tienes razón—hice una pausa—aunque quisiera que escuche su corazón y rompa ese anillo en mil pedazos.

—¿Y si hablamos con ella?

—Sarah, ¿te das cuenta de lo chusmas que estamos siendo? No vamos a opinar sobre su vida, apenas la conocemos.

—Bueno pero después no digas que quieres ayudarla y bla bla bla...

—¡Yo nunca dije eso!

—"Ay, estoy preocupada por Rowan desearía..."

—Sarah—la interrumpí.

—¿Qué?

—Mira—le hice señas con la cabeza para que mirara.

—¿Qué hay con que se vaya?—dijo y quedó pensando—¡Oh! Podríamos ir a su casa y no correríamos ningún riesgo.

—Eso mismo—sonreí—amo la lentitud de tu cerebro para procesar las cosas.

—¡Oye!—me dio un codazo—este cerebro piensa más que el tuyo.

—Yo nunca dije que el tuyo era mas lento que el mío.

—Agg ¡Ya! ¡Me confundes!—dijo encaprichada y reí.

—Hagamos esto de una vez...

—Sí.

Nos acercamos al bosque asegurándonos de que nadie nos observaba.

—Corre—susurró Sarah y comenzamos a correr lo mas rápido que pudimos.

[...]

Rick

Escribí una carta para Rowan, ya que no contestaba mis llamadas ni mis mensajes.

La invité a ir al muelle en donde siempre hablábamos. Seguía en su habitación y no quería obligarla a escucharme.

Me acerqué sigilosamente a su ventana y lancé la carta hacia el interior de su dormitorio.

Se puso de pie para recogerla del suelo y me vio. Ejercí una pequeña sonrisa y me fui.

Al llegar al muelle me senté en el borde de esté y recosté mi espalda en el piso de madera, sosteniendo mi cabeza con mis brazos.

Esperé unos segundos.

Unos minutos.

Un largo rato.

Estaba boca arriba mirando el cielo azul cuando su rostro pasó a ser una vista mas bella.

Me erguí rápidamente y di dos pequeños golpes al suelo con la palma de mi mano para que se sentara a mi lado.

—Creíste que no vendría...—dijo mientras se sentaba. Su rostro todavía demostraba tristeza.

—Tal vez...pero igual te esperaría lo que fuere.

Me miró, luego al lago y devuelta a mí.

—Rowan...

—Déjame hablar a mí...

—Está bien.

Se tomó su tiempo mirando el paisaje para pensar bien lo que iba a decir.

La Música puede unir CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora