Daniel había atravesado las puertas, corriendo; realmente él corría porque se sentía ansioso, quizás nervioso, o emocionado, no sabía con exactitud que emoción expresaba, pero correr le hacia drenar esa euforia retenida. Se había detenido al encontrarse con el campo-detector frente a sus ojos, observando la calle. Al atravesarlo había sentido el mismo frío, deteniéndose unos minutos y mirando a los lados, sintiéndose solitario mientras avanzaba, aún sorprendido por todo lo que había visto y escuchado; no estaba loco, decía su mente.
Había cruzado la calle, apreciando desde ahí el mercado, en dónde las personas seguían comprando, bajando aquella colina, detallando con más cuidado su alrededor; era sorprendente que, entre el medio de tantas personas, estuviera a pocos pasos el portal hacia el mundo de Acalúria, sin embargo, su mente había desviado el foco de atención, recordando a Margaret en su mente, enfureciéndose y acelerando el paso.
Él estaba llegando a su casa, agotado, había caminado media hora y sentía los pies agotados. Al abrir la puerta, Michael estaba viendo televisión y a su vez levantaba unas pesas, Margaret por su lado estaba cocinando y con la otra mano aspiraba un cigarro. Él se quedó a espaldas de ella, queriendo preguntarle del por qué le mintió, pero no se atrevía en un momento que ella estaba enfocando su atención en la comida, así que prefiero esperar en la noche para comentárselo, así estuviera Michael. No le importaba quien estuviera, porque deseaba saber la verdad.
Daniel estaba bajando para cenar, Margaret estaba colocando la comida en los platos y Michael preparaba la mesa, él se había sentado silencio, tomando su plato. Ellos dos hablaban sobre un partido de fútbol, mientras él hacía que no los escuchaba. Ambos encendieron sus cigarros después de haber terminado y comían maní, conversando sobre otras novedades, él esperaba que alguna de ellos hiciera una pausa.
—Margaret, tengo que hablar contigo—Habló Daniel, su tono de voz mostraba nerviosismo.
—¿Sobre qué? —Preguntó ella, agarrando un puñado de maní.
—Llegué a Acalúria, descubriendo en dónde estaba—Informó, enojado e inclinando las cejas, Margaret se había mostrado incomodada, quedándose en silencio—, y también conocí al señor Fuenmayor y Verúska; y ellos te conocen a ti.
—¿Qué descubriste según tú? —Le desafió rabiosa, mirándolo.
—¡Ellos son mis padres biológicos y nunca me abandonaron! ¡Solo te pidieron que me cuidaras y protegieras, por problemas que tienen desde hace muchos años! —Rezongó, Daniel tenía las orejas coloradas, su voz sonaba tan feroz que Michael comenzó a mirarlo atemorizado por su actitud—¡Hasta te dijeron que cuando fuera mayor de edad me enviarían una carta para que volvería a mi hogar, porque debo tomar posesión del trono de Acalúria!
Margaret no decía nada, llevándose el cigarro a la boca.
—¿Por qué me mentiste de esa manera? —Gritó, furioso y sin dejar de mirarla—¡Ni siquiera puedo estar al frente del trono porque no conozco nada sobre mi mundo!
—¡Soy tu madre! —Chilló, con tono de autoridad—. Tengo derecho a mentirte.
—A ustedes los adultos les molesta que los niños les mientan, pero ustedes si pueden mentir con frecuencia.
—¡Daniel Rausseo! —Expresó, apagando el cigarro en el cenicero y girándose hacia él— ¡No voy a tolerar que me faltes el respeto, ni tampoco que me grites!
—No te estoy faltando el respeto, te estoy diciendo la verdad, que por lo general, a las personas les molesta—Replicó—, y cuando se ven entre la espada y la pared, desvían su error hacia uno.
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Acalúria © ✅ #PGP2024
FantasiaDaniel Rausseo, un muchacho de destacada inteligencia y un tanto peculiar, quien recibe en su cumpleaños número dieciocho una misteriosa carta, en dónde le comunican que es hijo de un importante rey y debe tomar posesión del trono del reino Acalúria...