10 - Jack y Josué

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Daniel y Jack levantaron sus miradas en dirección a Josué. Jack lo miraba con desprecio, avanzando hacia él, pero los guardias le prohibieron el paso. El señor Fuenmayor le arrebató el pergamino de las manos de Daniel y comenzó a leerlo; sus orejas se volvieron rojas.

—¿Puedo saber qué significa esto? —Le desafió Fuenmayor a Josué.

—¡Oh! ¡Mira, Daniel! —Dijo Jack mirando a Daniel, soltando una risa por la nariz—, la bondad de las personas.

—¿No sé a enterado? —Preguntó Josué.

—¡Por supuesto que me enteré! —Contestó—, y me parece injusto lo que acabas de hacer.

—¿Injusto? —Repitió impresionado y comenzó a reírse—¡Cumplo con lo que dejó escrito sobre una de las restricciones impuestas a Acalúria por el fundador Jhongansebast, señor Fuenmayor! Además, le recuerdo que quien debe responder es su hijo; él es rey, no usted.

El señor Fuenmayor lo seguía mirando.

—Tienes razón, él es el rey, pero yo soy su padre—Dijo, sin dejar de mirarlo—. Tengo el deber de proteger a mi hijo.

—¿Por qué se infiltraron? —Se pronunció un hombre entre las personas—¿El rey Daniel no sabe sobre las restricciones que tenemos?

—¡Mi gente de Woltef no tiene por qué pagar mis consecuencias! —Gruñó Jack a Josué.

—Por lo que hizo su rey, sí—Expresó, arqueando su sonrisa y volteándose hacia sus guardias—. Tenemos trabajo que hacer. Vámonos.

—Fuimos a hablar con el señor Simón para que me hablara de ti—Le declaró Daniel a Josué—. Esa es la razón.

Josué se quedó de espaldas, girando ligeramente su cabeza hacia la derecha, quedando de perfil.

—Tenemos trabajo que hacer—Le indicó a uno de sus guardias y este lo miraba asintiendo, luego Josué se dirigió a Daniel—. Ese viejo Garza, no me extrañaría lo que te haya dicho sobre mí, porque sé que él tiene una especial amistad con tu amigo Jack Woltef.

Jack inclinó las cejas y apretó el puño, Daniel permaneció callado. Josué le sonrió a Daniel y se fue con sus guardias. Daniel se sentía abrumado, en especial por haberle quitado a su pueblo la oportunidad de visitar el campo comercial.

Él estaba en su casa sentado con Jack, su padre caminaba de un lado a otro, pensando en alguna solución y su madre estaba recibiendo una taza de té de la mucama.

—Josué está actuando de manera déspota—Dijo el señor Fuenmayor, mirando por la ventana.

—No es por defender lo que hizo, pero tiene razón en...—Dijo Daniel.

—¡No la tiene! —Gritó el señor Fuenmayor, interrumpiéndolo y girándose hacia Daniel—¡Existen otras maneras en que puede castigarnos!

—Si me disculpa, señor Fuenmayor—Expresó Jack—, pero usted conoce a Josué. No debería de extrañarle lo que hizo.

—¡Querido! —Habló de pronto la señora Veruska, acercándose a su esposo—. Si me permites, quizás yo pueda...

—¡No! ¡No lo harás! —Le gruñó, mirándola—¡No voy a permitir que nadie hable con ese muchacho!

El señor Fuenmayor soltó un suspiro, dejando drenar su molestia. Su temperamento lo hacía descontrolarse.

—Debemos buscar una solución, convencer a Josué que derogue esa restricción—Expresó el señor Fuenmayor.

Acalúria © ✅ #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora