Cerezo

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Yuu y yo estamos en un parque. Es muy grande y tiene de todo.

    Dejamos a Shinya y a Guren solos, ellos también necesitan su privacidad.

    Llegamos al estanque y se ve muy lindo, ya que los pétalos del cerezo caen sobre él.

    Uno cae en la cabeza de Yuu y es como sí sus cabellos no lo quisieran soltar.  Luego recuerdo como los pétalos de las rosa se habían quedado ahí el día de San Valentín y lo lindo que se veía.

    —¿Te sientes bien? —pregunta cuando me ve.

    —¿Por qué?

    —Estás rojo —explica y pone una mano sobre mi frente y la otra en la suya—. Al parecer no tienes temperatura —murmura y yo tomo su mano.

    Esa acción me recordó tanto a mi madre.

    Me mira con inquietud. Creo que piensa que he perdido la cordura.

    —Juro te cuidaré por el resto de mi vida, Yuichiro —susurro y él sonríe.

    —Juro amarte por toda la vida y más allá de ella, Mikaela —dice.

    —Te amaré y respetaré siempre —me acerco a él. Sus verdes ojitos brillan.

    —En la salud y en la enfermedad estaré a tu lado.

    —Eso nos vuelve... —murmuro.

    —Aunque no haya sido formal —sonríe—. Nos vuelve una pareja de recién casados.

    —Eso significa qué...

    —Me beses —ríe.

    Lo beso con dulzura mientras él se aferra a mí y jala de mis cabellos. Sonrío sobre sus labios y le susurro un Te amo.

     —Y yo a ti —responde inmediatamente y luego me abraza con fuerza. Y aplausos le siguen.

    Volteamos y nos encontramos rodeados de conocidos y algunos desconocidos; entre ellos están Shinya y Guren, un poco más lejos Krul y Ferid. Y dos chicos de la clase a la que iba.

     Yuichiro aprienta mi mano y luego me sonríe.

Querido Mikaela 【MikaYuu】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora