Familia

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Van y vienen los médicos y enfermeras. Y no sé sí eso sea bueno o malo.

   —Pronto saldrás, cariño —me dice Shinya, animado.

   Lo tomo de la mano y le sonrío.

   —Lo sé.

   Él sonríe y acaricia mi mejilla.

   —Después de que salgas visitaremos a Shinoa, ¿qué te parece? —pregunta y yo hago una mueca—. Sé que llora al verte, pero se llevarán mejor ya que serán familia —dice mientras ríe.

    Yo lo miro con seriedad.

   —Mi padre, ¿cómo está? —pregunto.

   Y su risa se apaga.

   —Mika... —murmura.

   Y yo le sonrío.

   —¿Qué le pasó?

   Él me mira y luego a sus pies.

    —Hace ya un tiempo salió de prisión... —susurra y a penas le escucho—. Al ver que ya no estarías con él y que tu madre en verdad estaba muerta..., se ha suicidado —dice y la sangre se me hiela.

   —¿Por qué no me lo habías dicho?

   —Porque no sabía cómo —explica.

   —¡Era tu hermano! —chillo.

   —Pero eso no justifica lo que te hizo, ¡es que él no te merecía como hijo! —grita—. ¡Ahora eres mi hijo, Mika!

   —¡Claro que no! ¡Y no tenías derecho alguno a ocultármelo! —grito al borde de las lágrimas.

    —¡Era por tu bien, cariño!

   —Era por el tuyo.

   Agacha la cabeza y solloza. Creo que me he pasado.

   —Tienes razón —murmura y sale de la habitación.

   Minutos después entra Guren y me mira con el ceño fruncido.

   —Lo siento, Guren —murmuro y las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Su semblante se ablanda y se acerca a mi.

   —Es que lo hizo por tu bien —dice—. Puede que parezca egoísta lo que hizo pero fue por ti —murmura.

   —Lo sé...

   Le pido a Guren que llame a Shinya y lo hace.

   Tío Shinya entra con los ojos rojos y sorbiendo de la nariz.

   Le digo que se acerque a mí y lo abrazo.

   —Lo siento, Shinya —murmuro y él se rompe a llorar—. Sé que lo hiciste por mí..., pero debiste decírmelo.

   —Lo sé... —sorbe de la nariz.

   Guren nos abraza y nos quedamos así un rato.

   —Gracias por todo —murmuro.

   —Gracias a ti, cariño —responde Shinya.

   —Mi niño, si no estuvieras con nosotros quién sabe como serían las cosas —dice Guren—. Te amamos, Mika. Tenlo presente siempre. 

   Nos separamos y miramos a Guren, él está todo rojo.

   —Tardo dos años en decir que me amaba, tienes suerte, Mika —ríe Shinya.

   —Calla —chilla Guren.

   —Me consideraré con suerte —digo y luego rio. Segundos después mis tíos se unen a mis risas.

   Yo también los amo.

Querido Mikaela 【MikaYuu】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora