Querido Mikaela 【MikaYuu】

San Valentín

29

Febrero catorce. San Valentín.

   Yuu no me ha visitado y Krul me mira desde el sofá.

   —¿Y? —dice. No sé qué responder.

   —¿Qué? —pregunto con ingenuidad.

   —Ya sabes, ¿ya lo han hecho? —pregunta y el color sube a mis mejillas.

   —¡No, Krul! ¡No! —grito y suelto un suspiro. Ese tipo de preguntas son tan típicas de ella.

    —¿Por qué? —insiste.

   —Tenemos diecisiete años, Tepes, por ese motivo —exclamo exasperado.

   —¿Qué tal si tu tonto novio lo desea? —inquiere. Muerdo mi labio. Nunca se me había ocurrido eso. Ni en mis fantasías.

    Hace frío y por ese motivo llevo un gorro azul en la cabeza, regalo de Shinya al entrar el año nuevo. Juego con mis dedos y Krul me examina.

    —No lo sabes, ¿cierto? —Me hago pequeño. Tepes ríe—. Mika, eres muy inocente —dice y suelta un suspiro. Luego se levanta y se acerca a mí. Besa mi frente y me da una pequeña caja en forma de corazón.

    —Regalo por obligación —dice con el rostro totalmente rojo.

   Miro la cajita.

   —Gracias, Krul —digo y la beso en la mejilla.

   —¡Mika! —grita Yuu y me quedo helado. Mi amiga da brinquitos hacia Yuu y le dice algo, mi novio suelta un suspiro y sonríe.

   —Bien, Krul, bien —responde y Tepes se va.

   —¡Feliz San Valentín, mi amor! —le digo mientras me acerco a él con los brazos extendidos y un oso de felpa con un moño azul en el cuello. Él lo toma con una sonrisa juguetona y me abraza.

   —Tu regalo, te lo daré luego —murmura sobre mis labios pero antes de que nuestros labios se fundan, la puerta se abre y entra Guren junto a un Shinya sonriente que sostiene  un ramo de rosas entre las manos.

   Guren mira fijamente a Shinya, como si Shinya fuera su mundo. Corrijo, Shinya es su mundo, su razón de ser.

   Shinya nos mira y luego sonríe.

   —¡Miren, miren! —canturrea mientras muestra su ramo de rosas—. ¿No son preciosas? —Yuu y yo asentimos.

   Lo cierto es que prefiero tulipanes, pero esas rosas rojas que Guren escogió no están nada mal.

    Shinya va a su habitación y Guren nos mira fijamente, como analizándolos, hasta que se atreve a decir:

   —Hoy tendrán la casa para ustedes —y sonríe ampliamente—. Disfrútenla.

   Guren es un tonto.