Capítulo 11 «¡Ayúdame!»

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Gabriel bajó las escaleras al trote. En su cabeza, la furia desatada de aquella discusión. ¿De verdad pensaba que sería la única que estaba sufriendo? ¡Bien podría abrir los ojos y mirar más allá de sus narices! Del universo que se había creado tras su desgracia, sin advertir la de los demás.

Se metió con prisas en el coche. Había tenido suerte de estacionarlo cerca. Inhaló con fuerza la cargada atmósfera del interior. Se sentía solo. Se sentía dolorido. Roto en mil pedacitos. Sin nadie que lo ayudase a recomponerse. Sentía la necesidad de hablar con alguien razonable y coherente. Desahogarse. Aunque, ¿con quién? Era hijo único. Sus amigos se habían quedado atrás; siempre ocupados, siempre ausentes, desde que se marchó de Salamanca. Él tampoco es que hubiera puesto empeño en conservar aquello que dejó atrás. Se volvió hermético y solitario después de lo sucedido con su esposa. Había perdido incluso contacto con su familia política por su estado de depresión constante y por el dolor de evitar recordar con un énfasis innecesario que lo mortificase aún más. Solo conservaba el contacto con los del trabajo, evidentemente por obligación, y con alguno más que era capaz de soportar su eterno silencio y apatía.

Apretó el puente de su nariz durante unos pocos segundos. Había sido un día de compromisos, obligaciones, junto a la tozudez de Elena. ¡Elena! Aquella mujer que se encontraba en una lucha constante, inclusive con aquellos que intentasen acercarse a ella para ayudarla. Gruñó exhausto. Pensó que sería mejor marcharse a casa, cobijarse dentro de la calidez de su cama —el frío continuaba apretando con saña—, e intentar dormir. Quizá, en cuanto descansara, vería todo un poco más nítido.




Elena no pudo quitarse de la cabeza la escena. Cuando lo encontró completamente derrumbado, dentro de su despacho. Sería la razón por la que huiría de ella. Probablemente rehusaba enamorarse de nuevo, tras la mala experiencia. No querría percibir nuevamente tanto dolor. De ahí, su extraño modo de comportarse con ella. ¡Pobre Gabriel! ¡Y ella apretándolo de cuentas!

Observó con detenimiento el techo de su habitación. En realidad no le importaba ni lo más mínimo el blanco que lo vestía. Tan solo le importaban sus pensamientos. Una reflexión que la llevaba a creer que no era la única alma terrenal que llevaba un pesado lastre consigo, del que quisiera deshacerse si deseaba sentirse viva. En su caso, quien podía apagarla continuaba respirando, por desgracia. Regresó al miedo de que lo dejasen salir con un permiso por cualquier excusa sobre su buen comportamiento y blablablá. Había visto incansables veces en las noticias a muchas mujeres morir a manos de sus esposos, amantes, parejas o lo que fuera, una vez conseguían este goloso requisito. Volvió a sentir una opresión en el pecho tan familiar como desagradable. No le sería demasiado fácil mantenerse oculta pues era un tipo listo. ¡Demasiado! Era un sádico que disfrutaba haciendo daño. ¡Cuántas veces había llegado al orgasmo cuando ella suplicaba por su vida, tras una de sus intensas palizas! Cuando la tenía a pocos golpes de dejarla al borde del colapso. Sintió uno de aquellos escalofríos que ya no quería sentir. ¿Cuándo, su suerte, la liberaría de él? Suerte... ¡Esa, no le sonreía para nada!




Se bajó del bus. Prefería evitar el metro mientras aquel desconocido anduviera cerca. Miró hacia un lado, y hacia otro, para asegurarse. Tomó el camino del trabajo. La calle parecía muy distinta. Ni siquiera había aquel desorden de gente con la que estaba acostumbrada a toparse con esa misma ruta. ¡Era todo muy confuso!

A medida que andaba, perdía la orientación de donde se encontraba. Tuvo que detenerse para tomarse el pulso, temiendo que empezara a encontrarse indispuesta y necesitase ayuda. Bien podría tratarse de una bajada de su presión arterial por la debilidad que acarreaba. Clara le había advertido demasiadas veces de que comía como un pajarito y que eso, pronto le pasaría factura. Comenzaba a ver las imágenes difuminadas.

Belleza encontradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora